miércoles, 24 de abril de 2024

La primera persona en volar era andaluza. Y no solo voló, sino que inventó el paracaídas (y se rompió las dos piernas

 


  • Abbás Ibn Firnás fue un científico y químico andalusí que nació en Ronda y vivió en Córdoba entre los años 810 y 887.

  • Saltó dos veces desde la Torre de la Mezquita y es considerada la primera persona en volar


  • Hoy en día volar es una cosa bastante mundana para muchas personas. El que más y el que menos quizá se haya subido al menos una vez en avión, aunque fuera para un trayecto corto. Sin embargo, hubo una época en la que eso de volar estaba reservado para las aves, pero el humano siempre ha mirado al cielo y lo ha querido conquistar. Pues la primera persona en hacerlo, o al menos intentarlo, era andaluza. De Ronda y Córdoba, para ser exactos.
  • De al-Ándalus desde chiquito. Abbás Ibn Firnás nació en lo que hoy sería Ronda (Málaga). Camino por sus calles durante la época del Emirato Omeya y es considerado pionero de la aviación y la aeronáutica. Estudió química, física y astronomía, aunque también enseñó poesía en la corte de Abderramán II.

    Entre sus muchos diseños se encuentran un reloj de agua, una esfera armilar (la primera de Europa) y un planetario mecánico construido en su propia casa, donde también aplicó por primera vez en nuestra península las Zīj as-Sindhind. En pocas palabras, eran unas tablas de origen hindú que permitían calcular la posición del Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos hasta el momento.

  • El primero en volar. O al menos, el primer hombre en volar y vivir para contarlo, porque las cosas como son, y citando al siempre certero Buzz Lightyear, lo que hizo Ibn Firnás la primera vez no fue volar, fue "caer con estilo". Lo que hizo nuestro protagonista, del que se dice que se pasaba el día mirando y estudiando los pájaros, fue subirse a la Torre de la Mezquita de Córdoba y saltar sujetando una lona. Un plan sin fisuras.

  • Actualmente la torre de la Mezquita-Catedral tiene 54 metros de altura, pero realmente no es la construcción original. Tras la conquista cristiana, el antiguo alminar de la Aljama se convirtió en un campanario vigilado por San Rafael. Además, se tuvo que remodelar en el año 1589 después de que una tormenta o un terremoto (no se sabe a ciencia cierta) dañase el minarete. Por la época del salto de Abbás Ibn Firnás la torre debía tener unos 47 metros de altura, que tampoco es poca cosa.



  •             Recreación del invento 

  •              Recreación del invento 



  • Pues el andalusí saltó con su lona, planeó una escasa distancia durante unos cuantos segundos y, finalmente, se estampó contra unos árboles. Heridas leves que sirvieron no para inventar el avión, pero sí para conseguir el título de "creador del paracaídas".

  • ¿Rendirse? Nop. Unos cuantos, bastantes años después (en el 875, ya con 65 años de edad) Abbás Ibn Firnás volvió a intentarlo. Inspirado por las aves, el andalusí creó una estructura de madera similar a unas alas que recubrió con una tela de seda y decoró con plumas. Él mismo se encargó de congregar a los testigos, que vieron cómo se volvía a tirar desde la torre.

  • La diferencia, claro, es que esta vez se consiguió mantener en el aire durante varios segundos. El problema es que al invento le faltaba una cosa que tienen los pájaros y que es vital para dirigir el vuelo: la cola. Se desplomó sobre el valle y se partió las dos piernas, pero sí, había volado.

  • Su legado. Pocas personas pueden decir que han saltado dos veces desde una torre y han vivido para contarlo. El bueno de Ibn Firnás murió unos años después de su último salto, en el 887, pero hoy en día podemos seguir leyendo su nombre. No solo en Córdoba tenemos un puente con forma de alas en su honor, sino que hay un cráter en la Luna que lleva su nombre y una estatua en el aeropuerto internacional de Bagdad, véase la foto que encabeza este artículo.

  • Font, article de José García per a "Xakata"




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