Se trata del catedrático de Química Orgánica Miguel Ángel García Aranda.
Se trata del catedrático de Química Orgánica Miguel Ángel García Aranda, que gracias a esta ayuda, que otorga el Consejo Europeo de Investigación, podrá continuar durante los próximos cinco años con el desarrollo de cementos bajos en carbono que contribuyan a mitigar el cambio climático.
Esta inyección económica le permitirá además incorporar a su equipo científico a seis investigadores, tres estudiantes de doctorado y otros tres de postdoctorado, según informa la UMA en un comunicado.
El proyecto de García Aranda ha sido seleccionado tras ser sometido a un complejo proceso de evaluación en el que rivalizan investigadores de excelencia internacionales.
Miguel Ángel García Aranda es el primer científico de la Universidad de Málaga en conseguir la ayuda 'ERC Advanced Grant', que está destinada a personal investigador en activo que tenga un historial de logros significativos en los últimos diez años.
Hasta la fecha, la institución malagueña contaba con tres ayudas europeas 'Starting Grant' del programa ERC, dirigidas a investigadores con título de doctor con antigüedad de entre 2 y 7 años.
Menor huella de carbono
García Aranda es catedrático de Química Inorgánica de la UMA desde el año 2011. Se licenció en 1988 en Ciencias Químicas en esta universidad y ahí obtuvo el doctorado en 1992.
Su línea de investigación se centra en el estudio de la hidratación de cementos para mejorar sus prestaciones: "El hormigón es el material artificial más utilizado por la humanidad. Tiene unas propiedades extraordinarias, ya que se aplica como un líquido y al fraguar se convierte en una piedra que puede mantener sus propiedades durante más de un siglo. Sin embargo, la huella de carbono de los materiales de construcción es enorme, supone el 8 % de todas las emisiones de CO2 de origen humano", explica.
Sus investigaciones se focalizan, pues, en desarrollar cementos con una huella de carbono un 50 % menor, reemplazando parte del cemento Portland por otros materiales mucho menos contaminantes, pero garantizando que sea tan competitivo como el actual.
García Aranda, que fue director científico del sincrotrón ALBA y presidente del consejo del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF), situado en Grenoble (Francia), optó por primera vez a estas ayudas en el año 2019, tras cuatro años de preparación.
En ese primer intento no fue seleccionado, así que siguió preparándose y se presentó a las convocatorias de 2021, también sin éxito, y 2023. En noviembre del pasado año recibió la "gran noticia" de que había pasado el primer corte, por lo que se sometió a cuatro meses de "duro entrenamiento especializado" para conseguir pasar la segunda fase de evaluación.
"No ha sido fácil, pero nunca hay que perder la ilusión. En estos nueve años he aprendido mucho. La perseverancia en ciencia, como en muchos otros ámbitos de la vida, da sus frutos", subraya el investigador.
Font, article en "La Razón"
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