sábado, 20 de abril de 2024

Dubái siembra nubes para que llueva en el desierto, pero la inundación de su aeropuerto tiene otra explicación

 

  • Los Emiratos Árabes han dominado la siembra de nubes para crear lluvia artificial

  • Cambiar la meteorología es caro, pero más efectivo de lo que podría parecer

Durante las últimas horas se han convertido en las imágenes más compartidas en redes sociales. En ellas se puede ver cómo un océano de agua se ha apoderado de la ciudad de Dubái colapsando su aeropuerto y cerrando centros comerciales por culpa de fuertes lluvias y vientos. Automáticamente muchos han recordado que en Emiratos Árabes siembran nubes para hacer llover en el desierto, pero en este caso hablamos de dos fenómenos distintos.

Países como China, Estados Unidos o la cercana Marruecos también han utilizado programas de siembra de nubes y, aunque el sistema es interesante y realmente funciona, durante años la sociedad se ha preguntado si realmente sirve de algo. Que Dubái no se haya acostumbrado aún a las lluvias da buena cuenta de ello.

Cómo se siembran nubes para que llueva en el desierto

En primer lugar cabe destacar que el término sembrar nubes puede llevar a error. Esas nubes no nacen de la nada y aparecen por arte de magia en medio del desierto para poco después soltar un chaparrón. Ojalá, pero la ciencia aún no ha avanzado tanto. Lo que se hace es darle un empujón a las nubes adecuadas utilizando trucos químicos.

De la mano de un carísimo centro de control en el que se monitorizan las nubes que pasan por el territorio, cuando encuentran las que podrían ser adecuadas para llevar a cabo la siembra se envía un avión que se acerca a realizar las comprobaciones necesarias. Si la nube resulta ser apta por gozar del nivel de humedad adecuado, se pone en marcha la siguiente parte del plan.

De la mano de unas bengalas situadas en sus alas, los aviones de siembra dejan caer sobre las nubes cristales de sal mezclados con otros elementos como magnesio, cloruro de sodio y cloruro de potasio, con la intención de hacer que las gotas más pequeñas de la nube se junten y que caigan por su propio peso produciendo la precipitación.

Y voilà, ya has conseguido provocar una lluvia artificial. Te has dejado un pastón por el camino que podría haberse destinado a crear desalinizadoras o sistemas de reciclaje de agua, pero tampoco sería lo mismo a nivel de reducir la temperatura  en medio del desierto y, teniendo dinero casi infinito, mejor invertirlo en algo bastante más interesante y espectacular como hacer llover como por arte de magia.

Que haya una generosa inversión en el sistema también ayuda a que los costes se reduzcan y el día de mañana pueda ser una opción tan válida como recomendable en otros países, pero es evidente que, aunque durante los últimos años se ha demostrado en no pocas ocasiones que los Emiratos Árabes dominan casi a la perfección la siembra de nubes, los resultados tampoco resultan espectaculares.

Las recientes inundaciones en Dubái provocadas por intensas lluvias (parece que en esta ocasión de forma natural) dejan entrever que la ciudad no está acostumbrada a este nivel de precipitaciones y que, precisamente por eso, su alcantarillado no está preparado para evitar que calles y edificios públicos queden completamente anegados por el agua.

Font, article de Rubén Márquez per a "3D juegos"


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