- La prótesis genera voltajes que se envían al nervio dañado y crean un impulso que "reactive" la función del ojo
- El proyecto está todavía en fase de prueba y todavía queda mucho camino por delante para que sea una realidad
El desarrollo tecnológico no solo tiene un enfoque en inventar nuevas apps o dispositivos, sino que cada empresa o institución trata de aplicarlo a su sector. Sin duda uno de los más interesantes y con mayor potencial debido al rápido avance de la tecnología es el de las neuroprótesis, es decir, insertar un chip en el cerebro.
Si bien actualmente es Elon Musk quien tiene el proyecto más famoso con su empresa Neuralink, que ya ha logrado implantar el primer chip en el cerebro de un paciente tetrapléjico que ahora puede mover un ratón usando la mirada, por supuesto que no es el único que está desarrollando proyectos de este tipo.
Por ejemplo, la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) de Australia está trabajando en un implante ocular que pretende devolver la vista a personas con daños en las células fotorreceptoras de la retina causadas por enfermedades como la retinitis pigmentaria o la degeneración macular causada por la edad.
La idea es que estas prótesis oculares interactúen con el sistema nervioso y mediante las señales que emita devuelva la función que el órgano, en este caso el ojo, tiene. En el caso de este proyecto, estas señales se transmiten a través de electrodos capaces de crear voltajes que se envían al nervio dañado y crean un impulso a modo de píxel (describe el brillo y el color de un punto).
Al proyecto todavía le queda mucho por delante, y es que se han encontrado con numerosas dificultades por el camino, siendo la más grande el problema que explica uno de los investigadores de la UNSW, Udo Roemer.
Y es que en un principio para conseguir este 'chispazo' que genere la señal, probaron con un sistema que requería cables conectados a la cavidad ocular, algo demasiado complicado y que causaba molestias a los pacientes.
Por eso, decidieron cambiar esta tecnología por unas lentes que se acoplan al ojo y actúan como pequeños paneles solares, al ser capaces de convertir la luz que pasa por ellos en leves pulsos eléctricos. De esta manera se elimina la necesidad de una fuente externa de energía.
Como ha explicado Roemer, este proyecto todavía se encuentra en la fase de prueba de concepto, y a pesar de que han logrado crear paneles con dos capas apiladas, explican que necesitan hacer otra capa más, pero no es lo único, porque para que sea viable para el ojo humano se tiene que reducir el tamaño de estos.
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