Aún se desconoce como fue el proceso que dio origen a la vida aquí en la tierra y han surgido varias teorías que nos explican el como pudo haber sucedido, siendo la más aceptada la Teoría de Abiogénesis.
De acuerdo con National Geographic “la vida surgió de la materia inanimada, es decir, de un material sin vida”. Es decir, que pudo surgir de la interacción fisicoquímica de moléculas orgánicas dando como resultado las primeras células, que posteriormente conformaron organismos y seres vivos.
La célula es la unidad anatómica fundamental de todos los organismos vivos, y dependiendo de las diferentes características que pose cada una es como pueden clasificarse en dos principales grupos, eucariotas y procariotas.
Las células eucariotas tienen como característica principal tener su información genética, el ADN, resguardada dentro de una membrana, separada de los demás organelos de la célula, el cual es llamado núcleo.
Por otra parte, lo que siempre se ha enseñado es que las células procariotas tenían su material genético disperso en el citoplasma de la célula, en otras palabras, carecían de núcleo. Sin embargo, este tipo de conocimiento está por cambiar.
El doctor Luis Felipe Jiménez, es reconocido a nivel mundial por sus contribuciones de biología celular y microscopía, está admirado con este resultado, tanto que el mismo menciona que:
«El hallazgo rompe un paradigma. ¿Nucléolo en procariontes? Suena de entrada casi una locura, suena extraordinario, pero tiene una lógica y un fundamento que se muestra a través del proyecto. Aun así, no deja de ser sorprendente que podamos decirlo; el nucléolo como estructura característica de los núcleos de eucariontes y ahora sale de ese grupo y está presente en otro; esto abre muchas posibilidades de investigación».
Mientras que Parsifal Islas Morales, quien cursó el doctorado en Ciencias Biomédicas, comenta que esto marca un parteaguas en el entendimiento de la vida en la tierra:
El primero «es que el nucléolo probablemente es más antiguo que el propio núcleo celular, el nucléolo ya existía en las arqueas y probablemente tuvo su origen y evolución temprana en el ancestro común de arqueas y eucariontes».
El segundo «es que el descubrimiento no es resultado de un tropiezo o una serendipia, sino que es el resultado de una nueva metodología en biología celular evolutiva desarrollada por el equipo».
Sin duda alguna, este descubrimiento nos causa nuevas incógnitas y abre nuevas líneas de investigación que pueden modificar el conocimiento y enseñanza de las células que hasta el momento conocemos.
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