Imagen del estudio que señala las nuevas estructuras anómalas enterradas, marcadas en tonos verdes y azules. (Motoyuki Sato et al.)
Nuevos análisis con radar de penetración en el suelo y tomografía de resistividad han detectado dos misteriosas "anomalías" de origen artificial ocultas bajo toneladas de arena
Qué han encontrado
El equipo de investigación, que incluye expertos de la Universidad Internacional Higashi Nippon, la Universidad de Tohoku y el Instituto Nacional de Investigación de Astronomía y Geofísica (NRIAG) de Egipto, utilizó radar de penetración en tierra (GPR) y tomografía de resistividad eléctrica (ERT) para examinar el área. Estos métodos penetran en el interior de la tierra sin realizar ninguna excavación, permitiendo la detección de estas anomalías subterráneas sin arriesgarse a dañarlas.
Según el estudio publicado en el diario científico Archaeological Prospection, el equipo descubrió una "estructura en forma de L" de origen artificial a menos de dos metros de profundidad. Esta construcción mide aproximadamente 10 por 15 metros. La estructura parece haber sido rellenada con arena, algo que, según lo que sabemos de los egipcios, indica que podría ser una entrada a una estructura aún más profunda. Estas entradas eran inundadas con arena para evitar que ladrones potenciales pudieran entrar en la estructura principal, como señalan los investigadores en su estudio, apuntando a su posición estratégica junto a la Gran Pirámide: "Puede haber sido una entrada a la estructura más profunda".
Debajo identificaron otra anomalía a 10 metros bajo tierra que se extiende sobre un área de unos 10 metros cuadrados. Por ahora, se desconoce la naturaleza y función de esta segunda estructura, pero se sabe que es de origen artificial y no natural. Los investigadores aseguran que "la continuidad de la estructura poco profunda y la estructura grande y profunda es importante.
El estudio sugiere que estas anomalías son estructuras significativas hechas por el hombre que pueden ofrecer nuevas ideas sobre las prácticas de construcción y entierro del antiguo Egipto. Los investigadores proponen ahora una cuidadosa excavación para descubrir su naturaleza y propósito exactos.
Secretos sin descubrir
El uso de técnicas como el GPR y la ERT ha revelado que el complejo de Guiza sigue escondiendo misterios aunque hayan sido objeto de fascinación y estudio durante siglos. Su cementerio occidental, ubicado junto en un lateral de la Gran Pirámide, es una necrópolis llena de mastabas, tumbas para las élites del antiguo Egipto que acompañaban a los faraones en su viaje al inframundo. Estas tumbas suelen ser estructuras rectangulares construidas con piedra caliza o ladrillo de barro, con techos planos y cámaras funerarias subterráneas.
Fue en 2021 cuando el equipo de investigadores de Japón y Egipto se embarcaron en un ambicioso proyecto para explorar la única planicie dentro de este cementerio. La zona siempre había llamado la atención por su falta de estructuras en la superficie, lo que la hacía un candidato ideal para la investigación del subsuelo con máquinas GPR y ERT.
El radar de penetración en tierra funciona emitiendo pulsos de radar en el suelo y midiendo las señales reflejadas para crear imágenes de estructuras del subsuelo. La tomografía de resistividad eléctrica inyecta corrientes eléctricas en el suelo a través de una especie de grandes electrodos para medir las diferencias potenciales resultantes. Estas diferencias sirven para mapear la resistividad eléctrica del subsuelo. La combinación de estas técnicas, en la que el GPR generó imágenes detalladas de la estructura menos profunda y la ERT extrajo información sobre la estructura más profunda, fue clave para distinguir las dos anomalías conectadas bajo la arena.
Los arqueólogos afirman que estos hallazgos pueden arrojar luz sobre aspectos desconocidos de las prácticas funerarias y técnicas de construcción del antiguo Egipto. La cavidad en forma de L podría tener un uso posiblemente ritual, especulan los científicos. La anomalía a 10 metros apunta a prácticas de ingeniería complejas de las que, por ahora, desconocemos su naturaleza.
Font, article de Jesús Díaz per a "El Confidencial"
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