Tal como se habla en ocasiones, parece que Marte está a la vuelta de la esquina, a tiro de piedra.
Pues va a ser que no. Los proyectos de la NASA para alcanzar el planeta rojo con una tripulación humana, en algún momento de la próxima década del siglo, no dan la impresión de avanzar por ruta correcta.
Hace tres años que el Perseverance, un vehículo robot que llegó a Marte en febrero del 2021, por donde da vueltas y envía imágenes desde las tierras bajas de su destino.
Ahí se constata la existencia de un cráter rocoso salpicado por pequeños agujeros que serpentean desde el suelo hasta el borde como migas de pan, según la descripción de algunos científicos. Los hay que deducen que su apariencia limpia y cilíndrica resulta claramente antinatural, como si fuera el trabajo de alienígenas.
El Perseverance guarda muestras de lo que recoge en tubos sellados, depositados sobre la superficie. Otros los almacena en su barriga.
Todo ese material forma parte de una misión que consiste en traerlo a la Tierra. Esa empresa, que requiere del envío de otra nave para recuperar esos objetos, se considera com un precursor para los viajes futuros a Marte con astronautas.
También se observa este proyecto como una prueba de que Estados Unidos puede competir con el programa espacial de China, que tiene su propio calendario de retorno de material marciano para los años treinta de este siglo. Ese conjunto de piedras o pequeño fósiles podría desvelar la historia de Marte y ofrecer una estampa del sistema solar primitivo.
Lunas de Saturno y Júpiter, como Titán, Enceladus o Europa, tienen líquido o hielo en sus superficies
Pero la misión de retorno se halla en peligro. Bill Nelson, administrador de la agencia espacial de Estados Unidos, consideró recientemente que la misión para traer ese material estaba en una situación inaceptable, en un arrebato contra su propio equipo. Previamente, responsables de la NASA dijeron que este esfuerzo cada vez era más caro –la última estimación es de 11.000 millones de dólares, el doble de lo previsto–y que se trabajaba con mucho retraso respecto al calendario inicial. El regreso a la Tierra no se producirá hasta el 2040, siete años más tarde de lo que se programó inicialmente.
El robot Perseverance recoge material, pero el programa para traerlo a la Tierra se retrasa
La agencia lanzó una llamada de emergencia a compañías privadas para tratar de abaratar el coste de esta operación.
Si bien hay quien no tienen claro que se cumpla con el transporte de ese material de alto valor, los científicos no se imaginan un escenario en el que Estados Unidos renuncia y deja las puertas abiertas a que sea China la que se apropie de la labor del Perseverance.
“Dejar el retorno de muestras de Marte a otras naciones, supone abandonar el papel premiente que el presidente Kennedy atribuyó a la exploración espacial”, una advertencia recogida en un informe independiente encargado por la NASA.
Hay que remontarse a 1976, cuando la primera nave estadounidense aterrizó en Marte con instrumentos para analizar el suelo en búsqueda de señales de vida. Sus resultados no han sido concluyentes, ni tampoco las pequeñas astillas de rocas marcianas expulsadas por la colisión de asteroides que llegaron a la Tierra como meteoritos.
Por eso la importancia de estudiar pedazos limpios como los que se espera recuperar. Llegarían procedentes de una zona donde se calcula que pudo haber vida hace 3.500 años. El Perseverance explora las costas de lo que se cree fue un lago, en el cráter Jezero, en el que la sedimentación de las rocas hace pensar que en algún momento hubo un mundo habitable.
Estas muestras han sido una prioridad y una escenificación de un viaje tripulado. Sin embargo, y dado su alto coste, surgen voces en la comunidad de la exploración espacial que invertir tanto dinero va en perjuicio de otros proyectos en los que consideran que la posibilidad de encontrar vida es más prometedora que en Marte.
Esa búsqueda de vida en el sistema solar ha estado guiada por el agua y las regiones heladas del planeta rojo fueron la gran inspiración de la edad de oro. Pero han pasado los años, las técnicas de investigación han mejorado y otros cuerpos celestes se han vuelto mucho más atractivos en la persecución de ese objetivo.
Titan, una luna de Saturno, es el único cuerpo del sistema solar, además de la Tierra, que dispone de bolsas de líquido en su superficie, incluso si ese líquido es metano. También se citan a Europa, una luna de Júpiter, y Enceladus, también de Saturno, en las que se ha detectado hielo. En la apuesta por señales de vida, algunos eligen a Enceladus antes que Marte.
Font, article de Francesc Peirón per a "La Vanguardia"
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