Un análisis de ADN mitocondrial ha revelado dos antiguos flujos de población europea hacia lo que hoy es Castilla y León: uno durante el periodo precampaniforme, entre 4240 y 3900 años a. C., y otro unos 700 u 800 años después, justo antes de desarrollarse la llamada cultura de Cogotas I.
Una investigación liderada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha detectado la llegada de dos flujos importantes de nueva población genéticamente diferente a la existente de forma previa durante las edades del Cobre (Calcolítico) y Bronce –entre 4000 y 2000 años antes de Cristo-, en la submeseta Norte de la península ibérica, el valle del Duero.
Para llegar a esta conclusión, publicada en Genealogy, se ha analizado el ADN mitocondrial –marcador que se hereda solo de madres a hijos e hijas- de 91 esqueletos extendidos sobre lo que hoy es la comunidad de Castilla y León.
El primer flujo de población identificado llegaría durante el periodo precampaniforme (Calcolítico, aproximadamente hace entre 4240 y 3900 años a. C.), antes del desarrollo de la cerámica típica del Campaniforme, el cual estaría asociado al haplogrupo mitocondrial K, que no se había detectado en estudios previos sobre poblaciones que ocupaban la región en periodos anteriores.
Se han identificado diferencias en el ADN mitocondrial durante dos periodos distintos y se ha relacionado con los materiales cerámicos y modos de enterramiento
El segundo grupo identificado llegaría en el periodo Proto-Cogotas I (Edad de Bronce tardía, hace entre 3100 y 3600 años a. C.), justo anterior al desarrollo de otra importante cultura material, la Cogotas I.
“Este segundo flujo de población traería personas con haplogrupos mitocondriales que ya existían previamente en la región, pero que se incrementaron notablemente durante este periodo (H, HVO y U), observados a su vez en Alemania o Gran Bretaña”, apunta Palomo Díez.
Cerámica y enterramientos, también diferentes
Para llevar a cabo el estudio, se analizaron al menos dos muestras a partir de cada individuo, lo que supuso el procesamiento de más de 180 muestras para poder replicar los resultados, dado que este es un criterio básico para validar los análisis de ADN antiguo.
Junto con las diferencias genéticas de ambos grupos de población, también se han señalado variaciones de características culturales como los materiales cerámicos creados o los modos de enterramiento.
Esto indicaría que, en ambos casos, primero llegaron las nuevas poblaciones, que posteriormente darían paso al desarrollo de dos tipos de cultura material nuevos: la cultura Campaniforme (con el vaso campaniforme) después del primer flujo migratorio, y la cultura Cogotas I, después del segundo flujo.
“En este caso, no podemos asegurar que las cerámicas fueran trabajadas por hombres, mujeres o por ambos; pero sí podemos decir que existe una asociación entre la llegada de nueva población femenina y un posterior desarrollo de nuevos materiales, por lo que podría ser una transmisión asociada a la población femenina, en cierto modo”, añade Palomo Díez.
Existe una asociación entre la llegada de nueva población femenina y un posterior desarrollo de nuevos materiales, por lo que podría ser una transmisión asociada a ellas
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