El descubrimiento otorgará información vital para entender el surgimiento del campo magnético de la Vía Láctea.
Un equipo internacional de astrónomos ha detectado el campo magnético de una galaxia tan lejana que su luz, que ha tardado más de 11.000 millones de años en llegar hasta nosotros, es de cuando el universo tenía solo 2.500 millones de años.
Este descubrimiento no solo es asombroso, sino que además proporcionará información vital a los astrónomos sobre cómo surgieron los campos magnéticos de galaxias como nuestra propia Vía Láctea.
"Nuestra galaxia y otras galaxias están entrelazadas por campos magnéticos que abarcan decenas de miles de años luz", ha explicado James Geach, profesor de astrofísica en la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) y autor principal del estudio.
Sin embargo, "a pesar de ser bastante importantes por cómo influyen en la evolución de las galaxias, sabemos muy poco sobre cómo se forman estos campos", ha añadido Enrique López Rodríguez, investigador de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), quien también ha participado en el estudio.
Los astrónomos no saben en qué momento de la vida temprana del universo ni con qué rapidez se forman los campos magnéticos en las galaxias, y es que hasta ahora, solo habían mapeado los campos magnéticos de galaxias cercanas a nosotros.
Ahora, utilizando el conjunto de antenas ALMA, Geach y su equipo han descubierto un campo magnético completamente formado en una galaxia distante, con una estructura similar a la de las galaxias cercanas. Los detalles se han publicado este miércoles en la revista Nature.
Según el artículo, su campo magnético es aproximadamente mil veces más débil que el de la Tierra, pero se extiende a lo largo de más de 16.000 años luz, un descubrimiento que "da nuevas pistas sobre cómo se forman los campos magnéticos a escala galáctica", ha asegurado Geach.
Observar un campo magnético completamente desarrollado tan temprano en la historia del universo indica que los campos magnéticos que abarcan galaxias enteras pueden formarse rápidamente mientras las jóvenes aún están creciendo.
El equipo cree que la intensa formación estelar en el universo temprano podría haber jugado un papel en la aceleración del desarrollo de los campos.
Además, estos campos pueden a su vez influir en cómo se formarán las generaciones posteriores de estrellas.
Para el coautor y astrónomo de Observatorio Europeo Austral (ESO), Rob Ivison, el descubrimiento abre "una nueva ventana al funcionamiento interno de las galaxias, porque los campos magnéticos están vinculados al material que está formando nuevas estrellas".
Para llevar a cabo el estudio, el equipo buscó la luz emitida por los granos de polvo de la galaxia distante 9io9 (descubierta cuando un programa de la BBC pidió la colaboración de los ciudadanos para examinar millones de imágenes en busca de galaxias distantes).
Las galaxias están llenas de polvo y, cuando hay un campo magnético, los granos tienden a alinearse y la luz que emiten se polariza (oscila). ALMA detectó y mapeó una señal polarizada desde 9io9, lo que permitió confirmar por primera vez la presencia de un campo magnético en una galaxia muy distante.
"Ningún otro telescopio podría haberlo logrado", ha destacado Geach.
Los astrónomos confían en que, con esta y con futuras observaciones de campos magnéticos distantes, se pueda empezar a desentrañar el misterio de cómo se forman estas características galácticas tan importantes.
Font, article de "La Sexta 3.d"
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