Esta nave, parecida a un transbordador espacial de la NASA en miniatura y sin ventanas, se embarcará en su séptima misión experimental, manteniendo múltiples aspectos de su operación como información clasificada.
La compañía aeroespacial SpaceX está lista para lanzar el X-37B, un avión espacial robótico secreto de la Fuerza Espacial estadounidense. El despegue está programado para las 20.14 horas de California de este lunes 11 de diciembre, desde la plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy, seguido de un segundo lanzamiento de un cohete Falcon 9 con 23 satélites de internet Starlink desde la plataforma 40 en la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral a las 23.05
El Falcon Heavy, el cohete operativo más poderoso de la compañía del magnate Elon Musk, desempeñará un papel clave en la misión del X-37B, impulsando el avión espacial para su entrada en órbita. Este cohete es capaz de generar más de 2.2 millones de kilogramos de empuje al despegar y su importancia radica, según CBS News, en la posibilidad de marcar el intervalo más corto entre dos vuelos orbitales estadounidenses —dos horas y 51 minutos— en varias décadas.
El lanzamiento del lunes 11 de diciembre marca la primera vez que el X-37B es transportado por un Falcon Heavy, considerado como el cohete operativo más potente del mundo tras su debut en 2018. Esta plataforma de lanzamiento ofrece más fuerza que los vehículos Falcon 9 y Atlas V, los cuales habían sido utilizados en misiones anteriores del avión espacial. A pesar de que aún no se ha revelado la duración exacta de la misión actual, históricamente cada vuelo del X-37B ha superado la duración del anterior, acumulando más de 3,700 días en el espacio desde el primer lanzamiento en abril de 2010.
Se trata de la primera vez que el X-37B es lanzado por un Falcon Heavy, el cohete más potente en operación de SpaceX. (Shutterstock)
A pesar de los informes que niegan la viabilidad del vehículo como sistema de armas en órbita, la falta de información sobre su operatividad y las misiones específicas que realiza ha llevado a otros países, en particular a China, a interpretarlo como un signo de militarización del espacio por parte de Estados Unidos. China también ha desarrollado su propio avión espacial reutilizable, el Shenlong, probablemente influenciado por el prototipo estadounidense, según el análisis del Washington Post.
Los objetivos de la misión
La declaración oficial de la misión, citada por The Post, menciona una “amplia gama de objetivos de prueba y experimentación”, que incluye “operar el avión espacial reutilizable en nuevos regímenes orbitales y experimentar con futuras tecnologías de conciencia del dominio espacial”.
Este último término sugiere vigilancia satelital y monitorización de amenazas, alineándose con la misión clave de la Fuerza Espacial de Estados Unidos de rastrear las actividades de las naves espaciales adversarias. Además, el programa ha probado tecnologías avanzadas como paneles solares que convierten la energía solar en microondas, lo que podría permitir enviar energía desde el espacio a la Tierra en el futuro.
El vehículo cuenta con una serie de experimentos a bordo, incluido el experimento Seeds-2 de la NASA, diseñado para exponer semillas de plantas al duro ambiente de radiación del espacio con un objetivo a largo plazo: encontrar formas sostenibles de apoyar a los astronautas en misiones espaciales profundas. Además, el X-37B operará en “nuevos regímenes orbitales”, término que podría incluir la exploración más allá de la órbita terrestre baja, adentrándose en áreas de gravedad compartida con cuerpos como la Luna, según informó CNN.
El X-37B, operado por la Oficina de Capacidades Rápidas del Pentágono para la Fuerza Espacial de Estados Unidos, sirve también como banco de pruebas para aviónica y sensores avanzados y proporciona una plataforma para experimentos que pueden retornar a la Tierra para su análisis. El plan de vuelo contempla que los dos propulsores laterales regresen para aterrizar en la estación de la Fuerza Espacial, marcando el 40º y 41º aterrizaje en el estado de Florida.
Font, article de Rossana Marín per a "Infobae"
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