Los glaciares salinos son poco frecuentes en la Tierra, pero se han detectado en zonas como los montes Zagros, en Irán. El equipo sugirió procesos de formación para estos glaciares salinos y para el terreno caótico por el que Mercurio es bien conocido, así como mecanismos que podrían explicar la formación de los VRL.
Los investigadores examinaron Borealis Chaos, una región rica en terreno caótico y próxima al polo norte de Mercurio. Los impactos de asteroides casi han destruido los cráteres de esta región, muchos de los cuales se remontan a los primeros días de formación del planeta. Debajo de esta capa hay cráteres antiguos que se han descubierto analizando campos gravitatorios localizados. La ubicación de las dos capas quizá sugiera que los VRL pueden haberse desarrollado de algún modo sobre un terreno ya sólido.
Rodríguez, autor principal de la investigación, explica que esta región de Mercurio "se caracteriza por intrincados patrones de desintegración, lo suficientemente importantes como para haber borrado conjuntos enteros de cráteres, algunos de los cuales datan de hace unos 4000 millones de años. Bajo esta capa colapsada yace una paleosuperficie craterizada aún más antigua, identificada previamente mediante estudios gravitacionales".
"La yuxtaposición de la corteza superior fragmentada, que ahora forma un terreno caótico, sobre esta antigua superficie expuesta por la gravedad, sugiere que los VRL se colocaron sobre un paisaje ya solidificado", prosigue Rodríguez.
Teorías anteriores y una alternativa
Las teorías anteriores sugieren que las distintas capas se formaron a través de la diferenciación del manto, donde los minerales se separan en capas, pero ahora ha surgido una nueva teoría.
En lugar de las teorías predominantes, las pruebas reunidas ahora parecen apuntar a algún tipo de fenómeno global, tal vez incluso el colapso de la fugaz y caliente atmósfera primordial de Mercurio poco después de la formación del planeta. "Este colapso atmosférico pudo producirse principalmente durante los largos periodos nocturnos en los que la superficie del planeta no estaba expuesta al intenso calor del Sol".
Una teoría alternativa sugiere que el escape de gas volcánico podría haber creado temporalmente charcos de agua o vapor denso y muy salado que podría haber depositado sal. Importantes cantidades de agua se habrían perdido rápidamente en el espacio, mientras que otras podrían haber quedado atrapadas en minerales, dejando tras de sí una capa rica en arcilla y sal.
El descubrimiento de glaciares en Mercurio es fascinante en sí mismo, pero lo que realmente llamó la atención de los científicos fue el impacto que esto tiene sobre el potencial de zonas habitables en Mercurio - o en cualquier otro planeta.
En la Tierra, la existencia de ciertos compuestos salinos en lugares que de otro modo serían inhóspitos ha permitido la aparición de la vida, por ejemplo en el desierto de Atacama (Chile). A menudo se habla de la "Zona Ricitos de Oro" (zona habitable) alrededor de las estrellas, la distancia a la que puede existir agua líquida y, por tanto, tiene potencial para la vida.
Sin embargo, el descubrimiento de volátiles bajo la superficie (que normalmente se habrían evaporado en el espacio) sugiere que quizá la profundidad sea también un criterio clave para un entorno habitable. La superficie de Mercurio parece inhóspita para la vida, pero tal vez ésta sea capaz de asentarse bajo tierra, lo que pone en entredicho la idea que se tiene desde hace tiempo de que Mercurio carece fundamentalmente de volátiles.
Este descubrimiento refuerza nuestra comprensión de los VRL, potencialmente ocultos en las profundidades de la superficie del planeta.
Font, article de Alfredo Garça per "Tiempo.com"
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