OLIVIER BONNASSIES
Autor de "Dios. La ciencia, las pruebas", gran éxito editorial en Francia, se presenta mañana en el Club Prensa AsturianaOlivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré han tocado el cielo editorial con "Dios. La ciencia, las pruebas. El albor de una revolución", un título que ha vendido más de 250.000 ejemplares en Francia –el libro más vendido–. Bonnassies, politécnico y empresario, estará mañana, miércoles, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA a partir de las 18.00 horas, para tratar de arrojar luz sobre el eterno misterio: ¿existe el Dios creador?
–¿Es la ciencia la mejor defensora de la idea de Dios?
–En términos absolutos, hay muchas otras pruebas de Dios basadas en intuiciones humanas fundamentales (la existencia del Universo, su orden, la especificidad del hombre y su espíritu, todo lo cual presupone una causa), pruebas filosóficas (Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Leibniz) y todo lo que se refiere a la revelación judeocristiana (mil razones para creer, con miles de milagros, apariciones, santos, testimonios de encuentros con Dios), pero como la ciencia tiene un gran prestigio y pareció durante un tiempo no necesitar la hipótesis de Dios, ese vuelco que da hoy es algo muy significativo.
–¿Qué opinan los científicos y los religiosos de su teoría?
–Hemos recibido muchos ánimos y agradecimientos de numerosos científicos y religiosos que no se daban cuenta de lo claras que pueden estar hoy las cosas cuando se analiza la cuestión en todos sus aspectos. Pero también hay gente que se mantiene en sus trece, y es cierto que en estos temas no se cambia de opinión fácilmente, ni en cuestión de minutos... Como cualquier revolución, llevará su tiempo.
–¿Se puede leer la Biblia o el Corán con los ojos de la ciencia?
–La Biblia no es un libro de ciencia, ni un libro de filosofía, ni siquiera un libro de historia, sino que fue escrita para permitir a los hombres de todos los tiempos tener una verdadera relación con el Dios verdadero. Los hebreos eran un pueblo de pastores que afirmaban tener una revelación de Dios, y contradecían gran parte de los conocimientos más fundamentales de los grandes imperios que los rodeaban, en nombre de esta revelación sobre Dios, el hombre y la naturaleza. Afirmaban que no había innumerables dioses en el Cielo con historias terribles, sino un solo Dios que lo había creado todo; que no había dioses ni semidioses entre los hombres (faraón, emperador de Roma) ni esclavos por naturaleza, sino que todos éramos hijos de Adán al mismo nivel; que no había dioses ni genios en el origen de los rayos, las tormentas, los manantiales o los bosques, sino que la naturaleza funcionaba de forma natural; y que el sol y la luna no eran eternos ni divinos, sino creaciones de Dios que tenían un principio y un fin. Todas estas revelaciones precisas eran necesarias para que la humanidad tuviera una verdadera relación con Dios, y la Biblia las permitía, lo cual es muy convincente. Pero el Corán es diferente. Después de hablar de él a menudo con amigos musulmanes, no conozco ninguna razón racional para creer en él.
–¿Para qué sirve Dios?
–Dios no es una herramienta. La verdadera pregunta es: ¿qué diferencia provoca en nuestras vidas la certeza de la existencia de Dios? Porque si Dios no existe, si no hay nada más que el Universo material, todo transcurre, nada tiene sentido. En cambio, si hay una realidad que permanece más allá del tiempo, del espacio y de la materia y podemos alcanzarla, entonces eso da un valor infinito a lo que podemos hacer en la Tierra, porque todo lo que es eterno tiene un valor infinito comparado con lo que es pasajero. Si Dios existe, también existe el bien y el mal, las leyes naturales, las perspectivas, el sentido y el futuro: no es en absoluto el mismo mundo. Y afortunadamente eso es lo cierto.
–¿Se demostrará alguna vez la existencia científica de Dios?
–Creo que ya es así, aunque no todo el mundo se haya dado cuenta. Pero no es una demostración matemática absoluta, porque este tipo de demostración sólo existe en universos limitados, en los que se postulan axiomas o reglas a partir de los cuales se deducen lógicamente razonamientos vinculados. En el mundo real, algo queda demostrado o probado cuando elementos sólidos lo establecen de tal manera que queda "más allá de toda duda razonable", como se dice en Derecho. En nuestro caso, la ciencia de los últimos 100 años ha demostrado que el Universo tiene con toda seguridad un comienzo absoluto y que está regulado con precisión en todos sus aspectos y de forma tan notable que la explicación por el azar ya no se sostiene. Y todas las teorías imaginadas para contradecir estos dos descubrimientos, que tienen implicaciones metafísicas evidentes y colosales, resultan insostenibles si profundizamos en ellas.
–¿Tiene la figura de Jesucristo un origen científico?
–Es posible contemplar el enigma que representa de un modo estrictamente racional. ¿Qué se constata entonces? Un joven carpintero de 30 años surge de una pequeña aldea de provincias, hace amigos y habla a multitudes durante 3 años, luego es condenado y muere sin haber escrito nada, sin haber cogido nunca una espada, conquistado nada, hecho ningún descubrimiento en ciencia, ninguna nueva ley para la ciudad, nada en arquitectura... Una historia así no debería haber dejado huella en el mundo, pero ocurre lo contrario: Jesús es, con mucho, el hombre que más ha influido en la historia de la humanidad. Y lo predijo cuando dijo: "El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no". ¿Cómo puede explicarse esto? Es un enigma para todos. Pero lo que debemos evaluar es si existen explicaciones naturales, aparte de las sobrenaturales. Y después de estudiar el caso detenidamente, creemos que no.
–¿Qué papel desempeña la fe?
–Nuestro libro no es ni un libro de religión ni un libro de fe. El acto de fe es otra cosa: es un acto de adhesión y confianza que procede del libre albedrío. En el hombre hay inteligencia y voluntad. La inteligencia lleva al conocimiento, y la existencia de Dios es una cuestión de conocimiento. La voluntad lleva al compromiso, y la fe tiene que ver con el compromiso. Esta distinción es muy importante, y la Biblia y luego la Iglesia siempre la han hecho. No hay más que ver Sabiduría 13, Romanos 1,20, Santo Tomás de Aquino, los Concilios y el Catecismo: todos afirman que podemos llegar a la certeza de la existencia de Dios "por la sola luz natural de la razón", es decir, sin la fe, que es de otro orden.
–Se han cometido muchas atrocidades en nombre de un Dios...
–Sí, por supuesto. El mundo es un campo de batalla entre el bien y el mal. Esta lucha nos involucra a cada uno de nosotros, y somos libres de elegir. Incluso los apóstoles elegidos por Cristo eran capaces de negarse o traicionar. Pero como decía André Frossard, "que el músico toque mal no significa que la partitura esté mal".
–¿Existen los milagros?
–Sí, está claro. Y si se estudia el asunto, verá que es inmenso. Hay miles de milagros, como los 29.349 atribuidos a San Charbel hasta la fecha, 1.400 apariciones o intervenciones de Jesús o María documentadas en la historia, 7.500 curaciones supuestamente inexplicables en Lourdes, y luego multitud de testimonios de encuentros con Cristo, profecías, conversiones asombrosas, casos como la Sábana Santa de Turín, la epopeya de Juana de Arco, milagros eucarísticos, 250 cuerpos de santos conservados, 250 estigmatizados, lacrimaciones de estatuas e iconos, visiones extraordinarias de místicos, etcétera. El dossier es gigantesco, pero sólo disponíamos de un espacio limitado, así que nos limitamos al milagro de Fátima: ¿cómo pudieron 3 niños de 10 años anunciar con 3 meses de antelación la fecha, el día, la hora y el lugar del "milagro del sol" que ocurrió ante decenas de miles de personas? Tampoco en este caso hay una explicación natural razonable.
–¿Es el universo fruto del azar?
–No, y los descubrimientos que demuestran que esto es imposible se acumulan y cada año se añaden nuevos. Una de las primeras personas que habló del increíble ajuste fino del Universo fue Robert Dicke: el gran científico de Princeton que ayudó a Robert Wilson a comprender que había descubierto la radiación cósmica de fondo que prueba el Big Bang. Inmediatamente después de este acontecimiento, Robert Dicke volvió a las ecuaciones de Einstein y calculó que si, un instante después del Big Bang, la velocidad de expansión del Universo cambiara en la 15.ª decimal, en un sentido o en otro, ya no estaríamos aquí para hablar de ello. Y después de él, docenas de científicos harán docenas de descubrimientos comparables. Si hay una lotería mundial, habrá un ganador. Pero si se organiza una segunda y luego una tercera lotería y sigue ganando el mismo, la policía irá a verle y le dirá que está haciendo trampas. "No, es que tengo suerte" no será suficiente. Esto necesita otra explicación.
–¿Ayudará la Inteligencia Artificial a confirmar o negar la existencia de Dios?
–Cuando algo es cierto, las pruebas de ello se acumulan a medida que se desarrolla el conocimiento, y en la cuestión de la existencia de Dios ocurre lo mismo: es una pregunta de sí o no. La respuesta existe fuera de nosotros. Sólo nuestra falta de conocimiento nos permite dudar. La IA, si nos lleva más lejos en nuestro conocimiento, sólo puede confirmar lo que ya ha sido establecido por muchos enfoques racionales diferentes e independientes.
–¿Es un error la iconografía dominante de Dios con rasgos humanos y masculinos?
–Nuestro libro sólo habla de la existencia de Dios, pero es cierto que, una vez establecida esta certeza, surge una segunda pregunta natural: "¿Quién es ese Dios que existe? Se impone entonces una segunda indagación racional, que también es posible y que conduce a la certeza de la verdad de la fe cristiana. Si es así, podemos decir más, basándonos en la Revelación, y ahí están estas dos ideas fundamentales: que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y que se encarnó, es decir, que también es una persona dotada de inteligencia y libre albedrío y que se hizo hombre en Jesús. En este caso, sí, tiene rasgos humanos y masculinos, pero no hay que olvidar a la Virgen María, que es la "Nueva Eva" junto al "Nuevo Adán".
–¿Pueden el paraíso y el infierno ser demostrados por la ciencia?
–Lo que el enfoque racional nos dice de mil maneras es que nuestro Universo, hecho de tiempo, espacio y materia vinculados y tan bien regulados, procede de una causa, de un ser que está más allá del tiempo, el espacio y la materia. Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) de todo el mundo hablan mucho de ello. Así pues, si el alma sobrevive más allá del tiempo, puede reunirse con el Creador o tal vez separarse de él, pero éste es por naturaleza un estado definitivo. Así pues, la idea del cielo y el infierno es muy coherente con nuestros conocimientos.
–Oración, comunión, confesión... ¿Es esto compatible con la ciencia?
–Por supuesto que sí. Contrariamente a lo que suele pensarse, no hay guerra entre la fe y la ciencia. De hecho, ocurre exactamente lo contrario. Fue la Iglesia cristiana la que creó la ciencia moderna al afirmar que el mundo procede de un Dios que es "logos", que es contingente y que "el Espíritu Santo nos conduce a la verdad completa" en un proceso de progreso continuo. Por último, como decía Juan Pablo II, "la fe y la razón son las dos alas que permiten al espíritu humano elevarse hacia la contemplación de la verdad". La ciencia sólo puede afirmar la existencia de Dios, pero la fe nos permite ir más allá, conocer su naturaleza y poder vivir en verdad con Él.
Font, article de Tino Pertierra per a "La nueva España"
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