miércoles, 20 de diciembre de 2023

Nada de habitar en otros planetas: ¿alguna vez podremos establecer bases humanas en el fondo del océano?

 


Repasamos algunos de los proyectos científicos de ingeniería e investigación submarina para esclarecer todos los misterios que esconden las grandes masas de agua de nuestro planeta.


Nuestros ojos viven desde hace décadas o siglos pegados al cielo en busca de respuestas. Es lógico, a raíz de tantos misteriosos puntos de luz localizados ahí arriba. Los grandes proyectos de ingeniería aeroespacial de nuestra época ilustran un hipotético futuro en el que las colonias espaciales sean toda una realidad. Sin embargo, y pese a la inmensidad del cosmos, resulta más misterioso aún estudiar y resolver lo que se encuentra más próximo a nosotros, en las profundidades de nuestro propio planeta. Sí, el fondo del mar.

De hecho, un 95% de los océanos de todo el mundo todavía permanece inexplorado. Podríamos decir que sabemos más de algo tan lejano como la superficie lunar (apenas 384.000 kilómetros de distancia) que del lecho marino que recubre la mayor parte de la corteza terrestre. Los científicos lo saben, y por ello cada vez están poniendo más empeño en investigar, diseñar, simular y analizar el fondo de los mares y océanos con el pretexto incluso de poder establecer bases submarinas en cualquier momento o como remedio frente a un suceso catastrófico que ponga en duda la supervivencia de la especie.

 

Una de las compañías más punteras en el desarrollo de esta especie de "hábitats submarinos" es Deep, cuyo nombre ya lo dice todo sobre su intención: el 3 de noviembre de 2026 sumergirán en lo profundo una tripulación de seis aquans, (como ellos llaman a estos espacios destinados a garantizar la habitabilidad de pequeñas comunidades humanas en el fondo del mar). ¿Viviremos en una futura Atlantis bajo tierra? Sin duda, las recreaciones de su página web resultan de lo más impresionantes y, según reza la información, el pronóstico es que la tecnología que están desarrollando nos permita residir en profundidades de hasta 200 metros durante 28 días seguidos como mínimo.

Las fuentes hidrotermales albergan formas de vida como bacterias o esponjas que podrían proporcionarnos una nueva fuente de antibióticos o medicamentos contra el cáncer

 

Como es lógico, no es la primera vez en la historia que se propone algo así. Ya en la década de 1960, el explorador oceánico Jacques-Yves Cousteau construyó una minialdea submarina con forma de tubo de cinco metros de largo y 2,5 de diámetro a la que llamó Diógenes. Era tan pequeña que solo cabían dos personas, pero eso sí, ofrecía todas las comodidades: televisión, radio, cama y hasta una diminuta biblioteca. Sus dos habitantes, Faclo y Wesley, eran observados desde el barco Conshelf I desde el que fueron sumergidos, ocupando el tiempo en la exploración de las profundidades marinas, estudiando peces y construyendo una granja submarina.

Bajo del mar...

La motivación sigue siendo la misma que por aquel entonces: no basta solo con recrear condiciones de supervivencia submarina, sino también investigar los profundos secretos que guarda el fondo del mar. No en vano este es un ecosistema vital para nuestra vida biológica, realizando procesos necesarios como la absorción y retención de carbono o la emanación de fitoplancton, el cual sustenta las cadenas alimentarias de animales de todo el mundo, entre ellos nosotros. Además, como asegura un reciente artículo de la BBC, las fuentes hidrotermales y otros ambientes de aguas profundas albergan formas de vida como bacterias o esponjas que podrían proporcionarnos una nueva fuente de antibióticos o medicamentos contra el cáncer.

Este trabajo de investigación lo realizan los vehículos ocupados por humanos (conocidos por las siglas en inglés HOV). Una de las peculiaridades de su trabajo es que, a diferencia del que se puede realizar sobre otras superficies más remotas como la Luna o Marte, este solo permite unos breves minutos de exploración y, luego, el territorio cambia por completo. Pero, ahora, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos ha diseñado un nuevo prototipo al que han llamado Sentinel que puede permanecer sobre el lecho marino durante períodos más prolongados a los 15 minutos, que suele ser la media de tiempo que los investigadores pueden pasar en el fondo hasta ahora.

 

Por más tecnología puntera, el éxito residirá en algo tan frágil y sensible como es la psicología humana, al estar forzados a convivir aislados en un espacio reducido

 

Hablábamos de la exploración de planetas como Marte y la Luna, y es que al fin y al cabo la tecnología que se necesita para fabricar estos vehículos es muy similar a la utilizada en la industria aeroespacial. El material escogido es el Inconel, una aleación de níquel y cromo que se usa para revestir infraestructuras y dispositivos que estén en condiciones extremas de temperatura, presión o carga mecánica. Según explica el rotativo británico, la empresa Deep conseguirá si todo sale bien crear hábitats submarinos personalizables, flexibles y autosuficientes que permitan residir en su interior a los científicos durante semanas, lo que agilizaría mucho su trabajo de exploración marino.

A pesar de todo ello, la construcción de bases humanas en un entorno tan agresivo y extremo como es el fondo marino traería riesgos parecidos a los que entraña la colonización espacial. Por más descubrimientos tecnológicos punteros, el éxito de las misiones residirá en algo tan frágil y sensible como es la psicología humana, al estar forzados a convivir aislados en un espacio reducido con otras tantas personas en el que escasea la intimidad. Y, sobre todo, de luz solar, lo que afectará sin duda al estado de ánimo de la tripulación y directamente a su salud. A pesar de estos inconvenientes, Deep plantea crear en el futuro una especie de "Estación Espacial Internacionla de los Océanos". El tiempo dirá si su meta tendrá el éxito esperado o seguiremos presos de la incertidumbre que despiertan los mares y océanos cada vez que intentamos asomarnos a sus misteriosas profundidades.

Font, article de E. Zamorano per a "El Confidencial"


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