lunes, 30 de octubre de 2023

Ken Follett: "Le pedí a 'Chatbot' que escribiera un capítulo, el resultado fue malísimo. No creo que la IA pueda llegar a ser creativa”

El escritor galés, que ha publicado 'La armadura de la luz', es metódico, ama España y tiene una nieta escritora.


Ken Follett (Cardiff, 74 años), conocido como el rey de la novela histórica, es metódico también para las entrevistas. Por la pantalla de Zoom, lo vemos en medio de dos escritorios y frente a una chimenea con fotografías de su familia en su mansión en Knebworth, un pueblo de unos 200 habitantes a media hora de Londres. Todo está pulcramente ordenado y su jersey violeta casa bien con el azul de algunos muebles. Al fondo, junto a Los pilares de la tierra, el famoso libro que apareció en 1989, está La armadura de la luz (Plaza & Janés), publicado el pasado 26 de septiembre. En la quinta entrega de la saga de Kingsbridge, Follett nos sitúa en 1792, en un mundo que va a sufrir una metamorfosis a causa de la Revolución Industrial

Cuando hace décadas decidió cambiar de género literario y escribir una novela histórica fue en contra del criterio de su editor. ¿Qué le empujó a arriesgarse?Estaba convencido de que la construcción de una catedral sería un buen argumento para una novela exitosa. Mis editores estaban preocupados porque es su trabajo. Cada libro es un producto nuevo y nunca sabes si funcionará. Si fabricas pasta de dientes y sabes que un millón de personas la compraron el año pasado, no tienes por qué cambiar la fórmula. El editor lanza doce pastas de dientes diferentes al mes. Lo que quiere de gente como yo es que creemos lo mismo. Es la mejor manera de ganar dinero.

Los artistas, ya sean músicos, pintores o guionistas, empiezan componiendo algo que parece familiar y luego sorprenden

Una fórmula que aplican muchos escritores.Sí, escriben lo mismo anualmente durante 50 años y luego mueren. Es lo más inteligente. Escribí Los pilares de la tierra bastante joven. Y cuando eres joven, crees que puedes hacer cualquier cosa. No suele ocurrir que tenga razón y los demás se equivoquen. Pero mira, esa vez no me confundí.La armadura de la luz (Plaza & Janés) arranca a finales del siglo XVIII, época de la industrialización en la que tecnología destruyó empleos, algo que está sucediendo hoy con la inteligencia artificial. ¿Qué cree que pasará en el futuro?Hace dos semanas le pedí a Chatbot que escribiera un capítulo al estilo de Ken Follett. El resultado fue malísimo: estaba lleno de clichés y era muy genérico. Algo que me hace muy feliz, porque significa que la IA no puede escribir tan bien como yo. Al menos por ahora. No creo que la IA pueda llegar a ser creativa. Los artistas, ya sean músicos, pintores o guionistas, empiezan componiendo algo que parece familiar y luego sorprenden. Esas partes insospechadas son lo mejor de las historias y de las canciones. Dudo que la IA tenga esa capacidad.No solo este último libro, pero toda la saga reflexiona sobre el capitalismo, sobre los inicios del capitalismo. Un sistema que provoca desigualdad: si la década pasada, el 1% de la población acumulaba la mitad de la riqueza en el mundo; en 2021, ese 1% acumulaba casi dos terceras partes.El capitalismo es desigualdad. Pero, veamos otra estadística. En los 60, cuando era adolescente, el problema era la pobreza. Más de la mitad de la población vivía con menos de un dólar al día. En 2010, el porcentaje descendió al 10% de la población. No se habló mucho sobre ello, porque sucedió de manera gradual. El problema lo solucionó el capitalismo; no el gobierno ni la caridad. La versión china del capitalismo y la india redujeron la pobreza. En el siglo XX experimentamos con formas diferentes de gobierno: el fascismo, el nazismo, la monarquía, la iglesia… Solo un sistema ha conseguido que seamos libres y prosperemos. Dicho esto, hay muchas cosas que se deben mejorar en el capitalismo.

La armadura de la luz es también una historia de amor: desde las primeras páginas nos atrapa con el accidente de Harry Clitheroe, al que tanto ama su esposa, Sue. Dicen que el amor mueve el mundo, ¿también la literatura?Sí: quizá el amor mueva más la literatura que el mundo. En mis libros siempre hay una historia de amor. Aunque los personajes sufran, también deben ser felices. Además, quiero que el lector se preocupe por ellos: si los tratan mal, quiero que el lector se enfade. La mejor manera de que se encariñe con un personaje es hacer que otro personaje lo ame.

Otra cosa que me gusta de España: me entiendo con los españoles. Y la comida. Se me hace muy difícil volver a Inglaterra después de comer en España.

Sus primeros recuerdos de España están relacionados con el amor: de joven, viajó a Mallorca con su novia y fue la primera vez que compartió habitación con una mujer. ¿Cómo ha cambiado el país desde entonces?Cuando viajé a Mallorca con 18 años, me interesaba más mi novia que España, si le soy sincero. Afortunadamente, luego tuve la oportunidad de conocer el país. Primero Vitoria, donde me pidieron que ayudara a recaudar dinero para la catedral. Luego, Barcelona, Madrid y Trujillo. Cada verano pasó parte de mis vacaciones en casa de un amigo en Trujillo. Lo que sí recuerdo de 1967 es que el vino no era muy bueno. Ahora es maravilloso: me encanta. Otra cosa que me gusta: me entiendo con los españoles. Y por supuesto, la comida. Se me hace muy difícil volver a Inglaterra después de comer en España.

He leído que le gusta cocinar, hace poco hablaba en una entrevista de lo bien que le quedaba el risotto.Es un plato delicioso, lleva su tiempo porque hay que ir añadiendo el líquido poco a poco. Pero merece la pena.

Empezó su carrera como periodista, una época en la que los sindicatos estaban mejor organizados y el periodismo no vivía una crisis como la actual, con unos sueldos irrisorios, noticias falsas, paro… Tampoco se equivocó abandonado la profesión a tiempo…Me di cuenta de que mi corazón no estaba en el periodismo, sino en la ficción. Por eso, mientras trabajé como redactor, intenté escribir mi primera novela. Disfruté, eso sí, teniendo que ir cada día a cubrir una cosa diferente como periodista. Me preocupan las noticias falsas: la gente que solo ve una cadena o lee un único periódico y ese medio de comunicación es extremista. Como cuando dijeron que Obama no era realmente estadounidense. Y aunque fuera una chorrada, millones de personas se lo creyeron. Ese es el problema: la gente se cree una estupidez y termina votando algo tan estúpido como el Brexit.

No le agradó que el Reino Unido saliera de Europa.Ha sido un desastre: incluso la gente que votó a favor reconoce que fue un error.

Ha demostrado que al público no le asustan los libros épicos y largos. Incluso en la era de las redes sociales y el multitasking, sus novelas arrasan. Pero la capacidad de atención no deja de disminuir. ¿Cree que sus sucesores lo tendrán más difícil?No. Cuando disfrutamos de un libro, no queremos que termine. Con Los pilares de la tierra, una novela muy larga, muchos lectores me dijeron que les habría gustado que tuviera todavía más páginas.

Su estilo es directo y no es amigo de las palabras rebuscadas: ¿Cree que ese es el secreto de su éxito en tantos países diferentes?Es muy posible. Mi prosa no es tramposa: mi objetivo es que las frases sean lo más claras posible y eso ayuda con la traducción.

Es muy metódico: dedica un año a planificar e investigar, otro a escribir y un tercero a retocar y editar. ¿Ni siquiera busca la voz del personaje el primer año?No. Durante el primer año hago una sinopsis de los capítulos, defino las escenas y describo a los personajes. Hasta que no estoy satisfecho con la trama, hasta que no estoy seguro de que es una buena historia, no escribo. Soy muy estricto. Y escribo la historia cronológicamente.

El último nieto de mi nieta me ha encantado, es un cuento para niños pequeños

Siempre me sorprende pensar que Stephen King es un escritor brújula y no mapa; es decir, que no planifica…Y estoy convencido de que cuando termina, no le hace falta cambiar casi nada. A veces escribe muy deprisa: en un año o seis meses ya ha terminado. Muy veloz comparado conmigo. Un día, su mujer me contó que a veces le surge una idea un viernes y el lunes tiene la historia prácticamente terminada.

Una vez le confundieron con Stephen King.Sí, fue una mujer, en Sevilla. Fue muy divertido.

Espero que al menos le comprara el libro.Pues no recuerdo si se lo llevó.

Su nieta, Alexandra Overy, es escritora: ¿Le inculcó el amor por los libros?La animé a leer, sí. De niña, hacía libros juntando hojas; dibujaba y escribía historias. Acabo de volver de las vacaciones que he compartido con ella y con parte de la familia, y he leído su último libro, uno para niños pequeños. Me ha encantado.Font, article de María Ovelar per a "20 minutos"


No hay comentarios:

Publicar un comentario