La AMOC juega un papel esencial en la regulación del clima global, transportando agua caliente desde los trópicos hacia el Atlántico Norte y devolviendo agua fría hacia el sur
La Corriente Meridional de Retorno del Atlántico está en riesgo y el futuro climático del planeta pende de un hilo
¿QUÉ FUNCIÓN TIENE LA AMOC?
La AMOC juega un papel esencial en la regulación del clima global, transportando agua caliente desde los trópicos hacia el Atlántico Norte y devolviendo agua fría hacia el sur. Este proceso no solo mantiene temperaturas más templadas en Europa, sino que también es responsable del transporte de nutrientes vitales para la vida marina.
Sin embargo, recientes estudios sugieren que esta corriente podría colapsar mucho antes de lo previsto, incluso en la década de 2030, una predicción mucho más alarmante que las evaluaciones anteriores del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
El colapso de la AMOC no es un tema nuevo. Desde hace tiempo, los científicos han advertido sobre los peligros de su debilitamiento. En febrero pasado, investigadores del Instituto de Investigación Marina y Atmosférica de la Universidad de Utrecht reportaron síntomas preocupantes de este fenómeno.
La acción de la AMOC ha sufrido un debilitamiento excepcional en los últimos 150 años en comparación con los 1.500 años anteriores, con una disminución del 15% desde mediados del siglo XX. Aunque las observaciones directas de la fuerza de esta corriente solo han estado disponibles desde 2004, la evidencia apunta a una tendencia preocupante.
Ahora, nuevos estudios corroboran estos temores, indicando que entre el 35% y el 45% de los modelos climáticos de alta calidad predicen un colapso inminente de la AMOC en la próxima década.
POSIBLE GLACIACIÓN
La magnitud de las consecuencias de este colapso es difícil de precisar: algunos optan por el catastrofismo, otros, sin embargo, consideran que lograremos adaptarnos. Sea como fuere, si la AMOC se detiene, podríamos afrontar una glaciación en Europa, un cambio drástico en los patrones climáticos y un aumento en la frecuencia y severidad de eventos climáticos extremos en todo el mundo.
La incertidumbre es saber cuándo ocurrirá, pero no podemos hacer nada para impedirlo, ni aunque dejáramos de emitir CO2 mañana. Algunos investigadores incluso son más catastrofistas, sugiriendo que Europa podría experimentar un descenso de 3ºC por década, conduciendo a inviernos como los del siglo XIX en una década, y condiciones glaciales en treinta años.
UN POCO DE CAUTELA
A pesar de estas advertencias, otros científicos han pedido cautela. Argumentan que es más probable que la AMOC se debilite en lugar de colapsar completamente en este siglo, aunque los últimos estudios sugieran lo contrario. Estamos en un escenario con mucha incertidumbre, porque los modelos no son tan precisos como necesitaríamos, y dejan muchos elementos fuera de un sistema mucho muy complejo.
Así, mientras algunos modelos indican que el colapso podría ser inminente, otros científicos argumentan que estos modelos son simplificados y que las proyecciones más alarmistas podrían no ser precisas. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) había previsto inicialmente que un colapso de la AMOC no ocurriría hasta el siglo XXII.
La comunidad científica destaca la necesidad de mejorar los modelos y realizar más investigaciones para comprender mejor las dinámicas de la AMOC y su vulnerabilidad a los cambios climáticos actuales. De modo que aún es pronto para sugerir qué acabará pasando, tanto desde el lado optimista como el pesimista.
Sea como fuere, la influencia humana es un factor crucial en esta crisis. La subida de las temperaturas globales, en parte impulsada por el tráfico marítimo, está afectando negativamente a la AMOC. La normativa sobre combustibles bajos en azufre de la Organización Marítima Internacional, implementada en 2020, redujo las emisiones de dióxido de azufre en un 80%, pero tuvo un efecto inesperado: aceleró temporalmente el calentamiento global al reducir la cantidad de aerosoles que enfrían el planeta.
Ante este panorama, algunos científicos han propuesto soluciones de geoingeniería, como hacer las nubes más brillantes con aerosoles para enfriar temporalmente el clima. Sin embargo, estos métodos no abordan la causa fundamental del calentamiento global: las emisiones de combustibles fósiles. Además, presentan riesgos significativos, incluyendo cambios en los patrones de precipitación global que podrían afectar a miles de millones de personas.
Font, article de Sergio Parra per a "National Geographic"
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