Parece que los coches de gasolina y diésel tienen los días contados ante los coches eléctricos, cuyo avance será lento pero constante hasta que se produzca el sorpasso definitivo. Sin embargo, hasta que ocurra, hay que pone en valor a los veteranos y es que hay ciertas ventajas del motor de combustión frente al eléctrico.
Rendimiento en situaciones extremas
Un debe principal que tienen los coches eléctricos es que ante un calor extremo o, sobre todo, temperaturas muy bajas, pierden rendimiento, sobre todo en lo que respecta a alcance de la batería.
En comparación, los motores térmicos rinden de una manera muy homogénea en circunstancias de todo tipo. El único punto que claramente afecta, aunque solo a los atmosféricos, es la altura, puesto que a altitudes muy grandes hay menor presencia de oxígeno y las explosiones que tienen lugar en el motor son de menor potencia.
Ligereza
El apartado mecánico de un coche de combustión es considerablemente más ligero que el de uno eléctrico. Sí, es cierto que en gran parte se debe a las baterías de éste, pero sin ellas no puede operar, así que es algo a valorar. Una mayor ligereza redunda en un consumo menor y, sobre todo, en un comportamiento dinámico optimizado.
Tiempo de repostaje
Un motor de combustión funciona bien con gasolina, bien con gasóleo, bien con gas. Los tres tienen en común el hecho de que repostar con ellos es cuestión de minutos. En cambio, recargar energía suficiente como para recorrer la misma distancia con un vehículo de motor eléctrico implica periodos de tiempo mucho más amplios.
Autonomía
También es algo que no involucra directamente al motor en sí, pero sí a un aspecto sin el que no puede operar. Comparando por segmentos, y por mucho que los EV estén mejorando en este aspecto, el rango de acción de un coche equipado con un motor de combustión interna es mucho mayor que el que puede ofrecer un eléctrico de las mismas características.
Precio
Si ponemos frente a frente a coches del mismo segmento, con el mismo rendimiento, pero uno de combustión y otro eléctrico, el coste del primero será considerablemente menor que el del segundo. Sencillamente, disfrutar de un coche de determinadas características es mucho más barato si bajo el capó hay un motor gasolina o diésel que si es una mecánica eléctrica.
La parte emocional
Terminamos con algo que no es tanto objetivo como sí subjetivo, aunque en ello coincide cualquier amante del mundo del motor: los coches eléctricos no pueden, al menos por el momento, transmitir las mismas sensaciones que sí genera un motor de combustión.
Hablamos, por supuesto, del sonido de un bloque de gasolina, pero también a la conducción en sí. Aunque un cero emisiones tiene un rendimiento inmediato, la manera en la que un térmico entrega su potencia, el cómo se hace necesario comprender el propulsor para jugar con las marchas, etc., es algo que un eléctrico no puede ofrecer.
Eso sí, hablamos de ello actualmente. Puesto que en el futuro la cosa puede cambiar (o al menos intentarlo), ya que hay marcas como Toyota que están trabajando en cajas de cambios manuales para sus EV, buscando imitar el comportamiento de los automóviles de combustión de toda la vida. Habrá que ver en qué queda esto.
Font, article de Mario Herráez per a "Autoblid"
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