martes, 5 de septiembre de 2023

Estos tres tipos de bombilla estarán prohibidas desde mañana

 La Unión Europea quiere reducir de manera progresiva la fabricación de todos aquellos productos que tengan en su composición mercurio o plomo. ¿El motivo? El impacto negativo que ambos elementos pueden llegar a tener en el planeta. Uno de los ámbitos en los que este marco legal ha irrumpido con mayor fuerza ha sido en el sector lumínico, con varios artículos cuya producción, que no comercialización, se ha prohibido. Te lo contamos.

Históricamente, los tubos fluorescentes y las bombillas halógenas han servido como herramienta de iluminación en la inmensa mayoría de los hogares y centros de trabajo de nuestro país. Sin embargo, a medida que la tecnología ha ido avanzando, han ido surgiendo diversas soluciones en el mercado que nos han permitido poder encontrar sustitutos para los recursos tradicionales de iluminación que nos permiten disfrutar de una doble ventaja: Por un lado, una menor contaminación en el proceso de producción. Por otro, una mayor eficiencia en términos energéticos.

Tenemos que remontarnos al año 2011 para encontrar la primera normativa enfocada en la reducción del consumo de este tipo de productos. Concretamente, fue la directiva 2011/65/UE del Parlamento Europeo y del Consejo que se emitió tal año, haciendo especial hincapié en establecer un marco legal que estableciese los límites para controlar el uso de todos aquellos elementos que eran considerados como peligroso para la conservación del planeta. Entre ellos, el mercurio, el cadmio y el plomo, los tres muy presentes en diferentes dispositivos de iluminación, como los tres modelos de lámparas halógenas que estarán prohibidas desde este momento: Todas aquellas que cuentan con pines G4, GY6.35 y G9. 

El LED como alternativa

A partir del 1 de septiembre, los fabricantes y distribuidores tienen la obligación de dejar de producir los modelos de lámparas halógenas que hemos mencionado previamente. Sin embargo, todavía se va a permitir durante un tiempo la comercialización de estos dispositivos. Concretamente, hasta agotar el stock que han ido acumulando los fabricantes. Una vez se le dé salida a todos ellos, la prohibición comenzará a hacerse efectiva y todos sus beneficios se trasladarán al consumidor

Esta medida se corresponde con el crecimiento y consolidación de la iluminación LED en el sector. Durante los últimos años, los fabricantes de estos dispositivos han ido incorporando nuevos formatos, hasta lograr cumplir con la demanda de cualquier necesidad lumínica, tanto en entornos domésticos como en los profesionales. No solamente nos ofrece una mayor durabilidad en comparación con las lámparas halógenas, sino que su eficiencia energética es mucho mayor, permitiéndonos disfrutar de un notable descenso en nuestra factura final de luz. Por eso, aunque la compra de elementos de iluminación tradicional parezcan una opción más asequible, lo cierto es que en poco tiempo nos habrán permitido ahorrar con respecto a la opción de compra que en un primer momento parecía más cara.

Sorprende que haya tardado tanto en hacerse efectiva, sobre todo porque las bombillas LED llevan años vendiéndose sin problemas y prácticamente en exclusiva. Está claro que la Unión Europea no quiere perjudicar a los fabricantes, pero es posible que estas decisiones por el bien del planeta deban ejecutarse con un poco más de urgencia.

No es la única prohibición

Las bombillas mencionadas no son las únicas que se han visto afectadas por esta normativa. Desde el pasado 25 de agosto está prohibida la venta de los tubos fluorescentes de tipo T5 y T8 por los mismos motivos mencionados previamente. Será a partir del 24 de febrero del próximo año cuando las lámparas fluorescentes enchufables reciban la misma sanción. Una retirada escalonada que tal vez podría haberse resuelto de una forma más ágil.

En todos los casos, es importante recordar que este tipo de productos no pueden ser tirados a los contenedores de basura tradicionales. Debemos llevarlos a los puntos limpios habilitados para tal efecto en la mayoría de las ciudades y localidades medianas de nuestro país.

La Unión Europea continúa persiguiendo el objetivo de reducir los gases del efecto invernadero en un 55% en el año 2030, como antesala a ser completamente neutros en el año 2055. Un objetivo que actualmente parece lejano, pero que se ha convertido en prácticamente obligación si queremos garantizar la sostenibilidad del planeta que habitamos. Acciones como esta son solo un paso más hacia la consecución de esa meta.

Font, article de Carlos Zapatero per a "ADSLzone"

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