El sector automotriz está evolucionando a una velocidad que pocos pronosticaban hace tan solo una década. Debido a su colosal tamaño, los fabricantes tradicionales están teniendo problemas para adaptarse a los rápidos cambios que están experimentando los principales mercados mundiales.
El mejor ejemplo lo encontramos en sus recién lanzadas plataformas eléctricas. Entre 2019 y 2021, los grupos Ford, Hyundai, Renault-Nissan-Mitsubishi, Toyota y Volkswagen revelaron sus primeras plataformas específicas para coches eléctricos, las GE1, E-GMP, CMF-EV, e-TNGA y MEB. Hasta entonces, la mayoría habían utilizado plataformas adaptadas o multienergía.
Sin embargo, todas estas arquitecturas tendrá una vida muy efímera. Hyundai reemplazará la E-GMP por la nueva IMA en 2025, Ford y Renault harán lo propio en 2026 con las GE2 y SDV, y Toyota ya está trabajando en la heredera de la e-TNGA, que verá la luz en 2027. El caso de Volkswagen será incluso más radical.
Y es que el grupo alemán pretende sustituir todas sus plataformas eléctricas (adaptadas como la MLB Evo, multienergía como la MQB y dedicadas como las J1, MEB Small/MEB/MEB+ y PPE) por la nueva SSP, una base de gran flexibilidad que sustentará a todos los futuros coches eléctricos del conglomerado, desde pequeños urbanos y utilitarios hasta berlinas y SUV de gran tamaño.
Los fabricantes tradicionales no pueden competir contra Tesla con sus plataformas actuales
Aunque la plataforma SSP debutará en 2026/2027, todo apunta a que lo hará en su versión más cara (SSP Sport), destinada a los vehículos de Porsche. El resto de variantes irán llegando a lo largo de 2028, estando previsto que dos de los primeros modelos en beneficiarse de ella sean el Golf de novena generación y el Trinity, un crossover de tamaño equivalente al ID.4.
¿A qué se debe que los fabricantes tradicionales estén finiquitando tan rápido sus primeras plataformas eléctricas, cuando es prácticamente imposible que les haya dado tiempo a amortizar las ingentes inversiones realizadas en su desarrollo? La respuesta, como probablemente muchos ya os estéis imaginando, la encontramos en Tesla.
Mediante ingeniería inversa, la mayoría de grupos han constatado que los métodos de producción seguidos por la firma estadounidense permiten reducir enormemente la complejidad, el tiempo y en definitiva los costes del proceso de fabricación, lo que explica el enorme margen de beneficio exhibido por los Model 3 y Model Y.
Las plataformas dedicadas de primera generación han sido diseñadas bien a partir de plataformas térmicas profundamente modificadas, bien para compartir línea de producción con modelos térmicos, lo que impide a las marcas aprovechar todo el potencial de una arquitectura verdaderamente exclusiva.
Conscientes de que actualmente no pueden competir en igualdad de condiciones con Tesla, los fabricantes tradicionales están dedicando gran parte de sus recursos a la creación de una nueva generación de plataformas que corrija esta situación y les permita producir vehículos eléctricos de forma mucho más eficiente y rentable.
Font, article de Alber Callejo per a "Forococheseléctricos"
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