miércoles, 30 de octubre de 2024

La NASA lleva una semana sin noticias de la Voyager 1. La nave espacial está ilocalizable en el espacio interestelar

 

  • La NASA no ha hecho aún declaraciones al respecto

  • Lanzada el 5 de septiembre de 1977, la Voyager 1 había sufrido varias anomalías en los últimos meses

Después de 47 años alejándose de la Tierra, la nave Voyager 1 se encuentra ilocalizable. La NASA lleva una semana sin noticias de la mítica sonda espacial, pero sus antenas siguen escuchando con la esperanza de que aparezca pronto.

Una semana sin saber de la Voyager 1. Ni la NASA, ni los controladores de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) han hecho declaraciones al respecto, pero algo no va bien con la Voyager 1.

Bernard Netherclift, un entusiasta de las Voyager que sigue de cerca las comunicaciones de la Red del Espacio Profundo (DSN) con las sondas, reveló que las antenas de la NASA ubicadas en Robledo de Chavela (Madrid), Tidbinbilla (Canberra) y Goldstone (California), dejaron de recibir señales de la Voyager 1 la semana pasada.

Primer intento de recuperación. A 24.700 millones de kilómetros de la Tierra, la Voyager 1 es el objeto fabricado por humanos que más lejos se encuentra de nuestro planeta. Eso son unas 23 horas luz, así que las comunicaciones de la NASA tardan un día entero en ir desde la Tierra hasta la Voyager y viceversa.

Si bien la NASA puede alinear las seis antenas de Madrid para recibir la débil señal de la Voyager 1, la estación de Canberra es la única que tiene un transmisor de alta potencia capaz de cubrir una distancia tan grande, por lo que el JPL ha tomado tres decisiones para atacar la crisis:

  1. Reasignar parte del tiempo de seguimiento de la Voyager 2 a la búsqueda de la Voyager 1 desde la estación de Canberra
  2. Despriorizar las comunicaciones con el observatorio XMM-Newton de la ESA y el satélite meteorológico DSCOVR de la NOAA para que Canberra y también Madrid puedan pasar más tiempo buscando la Voyager 1
  3. Enviar una transmisión de 100 KW desde la antena más potente de la DSN, la de 70 metros de diámetro de Canberra. Es el primer intento de recuperar la Voyager 1, cuyo resultado conoceremos en las próximas horas

Qué está pasando. Sin declaraciones oficiales de la NASA, es difícil saberlo. La Voyager 1, lanzada el 5 de septiembre de 1977, ha sufrido varias anomalías en los últimos meses, que los ingenieros del JPL han ido solucionando de forma heroica luchando contra la distancia abismal, la energía limitada y el software vetusto de la sonda.

Problemas recientes. Entre noviembre de 2023 y mayo de 2024, la Voyager 1 dejó de enviar datos científicos por culpa de un chip de memoria deteriorado. Tras localizar el problema, los ingenieros de la NASA lograron reubicar el código en otras partes de la escasa memoria de la nave y recuperar las comunicaciones.

Más recientemente, los controladores de la misión tuvieron que reencender unos motores que llevaban décadas inactivos para poder orientar la nave. Los tubos de combustible que estaba usando la Voyager 1 se habían obstruido por el envejecimiento de un diafragma de goma, y la sonda corría el riesgo de que sus antenas no pudieran mirar más en dirección a la Tierra.

El peor de los casos. Si los propulsores que estaba usando ahora la Voyager 1 han fallado también y la sonda ha quedado mal orientada, es posible que no se pueda recuperar. Los comandos para corregir cualquier problema no le llegarían.

Si fuera un fallo de los instrumentos, habría esperanzas de recuperarla. La fuente de energía de la Voyager 1 es un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) que, si bien produce menos energía cada año por el decaimiento natural del plutonio-238, todavía tiene energía para seguir funcionando hasta 2030.

Y ahora qué. La NASA acaba de enviar una transmisión a ciegas a la Voyager 1, lo que probablemente signifique que ha estado mirando las últimas telemetrías recibidas para escribir unos comandos con la esperanza de que lleguen a la sonda y retome las comunicaciones.

Si no aparece después de esto, es posible que sea el final de una de las misiones más legendarias de la exploración espacial. Con permiso de la Voyager 2, que sigue funcionando y a la que también le queda energía en su RTG para seguir recogiendo datos del espacio interestelar hasta 2030.

Font, article de Matías S. Zavia per a "Xakata"

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