Tras el éxito de Polaris Dawn con el primer civil paseando fuera de nuestra atmósfera a lomos de una nave privada, SpaceX ha vuelto a cambiar las reglas del juego con Starship
Un cohete reutilizable parecía un capricho para ahorrar costos, pero realmente es algo que definirá la estrategia aeroespacial del futuro
Ridículo. El gráfico que tienes justo sobre estas líneas está elaborado por Visual Capitalist y reflej al la perfección la evolución del precio de mandar cualquier cosa al espacio desde 1960. Cada lanzamiento tiene un precio “fijo” que refleja el combustible utilizado, pero también el precio del propio cohete propulsor. Estos lanzamientos suelen ser de millones de dólares y, por tanto, el precio por kilo se dispara. ¿Por qué? Pues porque, tras cada lanzamiento, los propulsores se destruyen.
SpaceX. Si bien cohetes como el Long March 3B chino o el Proton ruso tenían precios más asumibles (de 4.400 y 4.300 dólares por kilo respectivamente), cuando llegaron los cohetes reutilizables de SpaceX, todo cambió. El Falcon 9 es parcialmente reutilizable gracias a un propulsor que aterriza verticalmente tras el lanzamiento y bajó la cifra a los 2.700 dólares por kilo.
El Falcon Heavy todavía bajó más el precio al poder cargar más peso y, por tanto, ser más rentable: unos 1.500 dólares por kilo. Pero lo del Starship no tiene ningún tipo de sentido, con un costo estimado de unos 200 dólares por kilo. Es un cohete muchísimo más grande que el Falcon Heavy y, de hecho, es el más grande de la historia, pero lo más importante es su material y que podemos recuperar su propulsor.
Acero. Hay que reconocer que los primeros compases del Starship no fueron sencillos, sobre todo de cara a la opinión pública. El aspecto no era el mejor y, de hecho, se veía como un cohete ‘gordo’ y tremendamente chapucero. Sólo veíamos el segmento superior y la cobertura de acero que parecía terminado a martillazos no ayudaba, pero era sólo un prototipo.
Si hubiese sido de carbono, quizá la cosa habría cambiado, pero ese cambio de material es una de las claves para que conseguir ese ridículo precio por kilo de carga. Fue una apuesta arriesgada de SpaceX, pero que ha terminado teniendo sentido por diferentes ventajas del acero que el propio Musk comentó hace unos años:
- Soporta temperaturas de 810º frente a los 149º de la fibra de carbono.
- El acero se vuelve más fuerte a temperaturas criogénicas, como la del combustible de la Starship.
- Resiste mejor las microfracturas, algo esencial para un cohete que volará y aterrizará múltiples veces.
- El precio es muy inferior: 3 dólares por kilo frente a los 200 por kilo de la fibra de carbono.
Democratizando los vuelos espaciales. Hay que ver hasta dónde llegará este abaratamiento por lanzamiento (hay quien estima que 10 dólares por kilo en un futuro), pero es evidente que lo logrado estos días por SpaceX y Starship es un paso de gigante en la carrera espacial. Y el funcionamiento es muy rápido: en versiones futuras del cohete, se podrán lanzar 100 toneladas de carga (más de 200 en la Starship 3, según Musk) y como el cohete será reutilizable, la parte que aterriza en los brazos mecánicos se unirá a otra Starship y… a despegar.
Sólo queda ver cuántos ciclos de aterrizaje/despegue es capaz de soportar cada cohete, pero el primer escollo ya ha sido superado (y dos veces la misma semana), por lo que los planes seguirán su curso para poner cinco Starships en Marte a partir de 2026.
Font, article de Alejandro Alcolea per a "Xakata"
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