La primera miniluna fue detectada en 2006. La segunda no fue descubierta hasta 2020
Se cree que pueden funcionar como cápsulas del tiempo de un sistema solar más joven
El valor de las minilunas. Ya en 2018, un estudio de Frontiers in Astronomy and Space Science ponía el foco en las minilunas porque podrían ayudarnos a comprender mejor la formación de asteroides, la dinámica del sistema Tierra-Luna y otros fenómenos celestes. También tienen valor comercial. Las minilunas pueden ser bancos de prueba de ciencia y tecnología en el espacio cercano a la Tierra.
Hemos empezado a fabricar medicamentos en la órbita baja terrestre, ¿qué podríamos hacer en una miniluna?
Sabemos cómo hacerlo. Las sonda japonesas Hayabusa viajaron al asteroide Ryugu y trajeron algunas muestras. En ellas descubrimos polvo estelar que precede a nuestro sistema solar y moléculas prebióticas que son esenciales para la vida, prueba de que esta pudo venir del espacio. La sonda OSIRIS-REx de la NASA trajo aún más muestras de un asteroide de la edad del sistema solar: Bennu. No solo son un material invaluable para estudiar a lo largo de la próxima década, sino un trampolín para seguir explorando asteroides, empezando por las minilunas.
Lo complicado será encontrarlas. Estas pequeñas lunas temporales son fácilmente accesibles, ya que se encuentran en órbita con la Tierra, pero se vuelven difíciles de detectar porque son pequeñas y muy rápidas. La prueba es que hayamos encontrado tan pocas, aunque se crea que existen en abundancia.
Seguiremos buscando. Con su cercanía y riqueza en secretos cosmológicos, podrían ser la próxima frontera en nuestra búsqueda de respuestas sobre el origen del sistema solar y, por extensión, el nuestro.
Font, article de Matías S. Zavia per a "Xakata"
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