Agua más antigua que la Tierra, el Sol y los cometas
Este descubrimiento se basa en el análisis de la relación entre deuterio e hidrógeno en las moléculas de agua encontradas, lo que indica una similitud notable con la relación presente en nuestro sistema solar. La investigación, liderada por John Tobin del Observatorio Nacional de Radio Astronomía, ofrece una nueva perspectiva sobre el recorrido del agua a través del universo, desafiando las nociones previas sobre su origen y destacando su presencia constante y fundamental en el proceso de formación estelar y planetaria.
Utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los astrónomos lograron observar que V883 Orión tenía la temperatura necesaria para que el agua pasara de hielo a gas, permitiendo así su estudio detallado. Los resultados muestran que la composición del agua se mantiene relativamente inalterada a través de las diferentes etapas de formación, desde la protostrella hasta el disco protoplanetario y finalmente los cometas. Este hallazgo sugiere que el agua de nuestro sistema solar se formó mucho antes que el sol, los planetas y los cometas, y que esta agua interestelar se incorporó directamente al sistema solar en formación. Este descubrimiento no solo arroja luz sobre la formación de la Tierra sino que también establece un vínculo ininterrumpido en la cadena de desarrollo del agua desde los cometas y protostrellas hasta el medio interestelar, proporcionando un "eslabón perdido" que completa nuestra comprensión de la herencia del agua en el sistema solar.
La implicación de que el agua de nuestro sistema solar es preexistente al sol tiene profundas consecuencias para nuestra comprensión de la formación de la Tierra y la evolución del sistema solar. Según Merel van 't Hoff, de la Universidad de Michigan y coautor del estudio, esta revelación sugiere que los sistemas planetarios, incluido el nuestro, deberían haber recibido grandes cantidades de agua, subrayando la universalidad del agua como un ingrediente esencial en la formación planetaria. Este entendimiento renovado del ciclo del agua a nivel cósmico destaca la abundancia de agua en el medio interestelar y su papel crítico en el desarrollo de sistemas solares capaces de albergar vida. La investigación, por lo tanto, no solo proporciona una pieza clave en el rompecabezas de la astrofísica sino que también alimenta la esperanza de que la vida, tal como la conocemos, pueda ser un fenómeno más común en el universo de lo que previamente se consideraba posible.
Font, article de Raquel Díaz Herreros per a "Vandal"
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