viernes, 1 de septiembre de 2023

El español que inventó la máquina de vapor, el traje de buzo y diseñó un submarino

Jerónimo de Ayanz, el “Da Vinci español”, fue precursor de inventos que hoy conocemos todos. Sin embargo, su historia es desconocida por muchos.

En una calurosa tarde de agosto se dieron cita cientos de curiosos en el río Pisuerga a su paso por Valladolid. Frente al Palacio de la Ribera, entre los asistentes estaba nada menos que el rey Felipe III y su corte. Sobraban mosquitos en el ambiente y no había faltado expectación en el evento, pero empezaba a tornarse en aburrimiento. El rey ordenó que se pusiera fin a lo que fuera que estuvieran presenciando. Emergió del agua entonces un hombre vestido con extraños ropajes y una máscara un tanto macabra con dos vidrios a la altura de los ojos para poder ver y conectada a dos aparatosas cañerías que se estiraban hasta uno de los botes que flotaban en la superficie. Todos miraron atónitos a aquel hombre saludando al rey y pidiendo que lo dejara probar su invento durante más tiempo. Hacía una hora que se había sumergido y acababa de convertirse en la persona que más tiempo había estado bajo el agua aquella tarde del año 1602. Su nombre era Jerónimo de Ayanz y Beaumont, tenía 51 años y moriría una década después tras inventar la máquina de vapor, un antecedente del aire acondicionado, mejoró los molinos de viento, creó un horno para destilar agua marina y otras funciones revolucionarias, diseñó un prototipo de submarino y, tal y como demostró ante la Corte Real, fabricó el primer traje de buceo de la historia.

Un inventor español desconocido

Estamos acostumbrados a leer sobre hombres del Renacimiento tan polifacéticos y prolíficos que aún hoy se estudian no solo sus ideas y proyectos, sino su manera de trabajar para intentar replicar un modelo con el que ser lo más productivos posibles. Sin embargo, algunos de estos personajes históricos parecen estar fuera del alcance de la mayoría de nosotros. Es el caso de Leonardo Da Vinci, del que más de 500 años después de su muerte seguimos descubriendo inventos e ideas que dejó por escrito, pinturas que sorprenden y demás obras salidas de sus geniales manos. Pues bien, España tiene a su propio Da Vinci y, aunque menos conocido, su vida y producción son igual de fascinantes.

Jerónimo de Ayanz y Beaumont nació en Guenduláin, un señorío actualmente despoblado en Navarra. Hijo de Carlos de Ayanz, capitán de la guarnición de Pamplona, y Catalina de Beaumont. Hemos avisado de su carácter polifacético y, aunque sus inventos hayan pasado a la historia como lo más destacado de su biografía, Jerónimo ejerció de ingeniero, científico, comendador, regidor de minas, gobernador, pintor, cantante, compositor de música, paje del rey y militar. Vida solo hay una y no se puede decir que Jerónimo la pasó perdiendo el tiempo.

Sus éxitos militares

Fue el segundo hijo varón del matrimonio y la tradición mandaba que el primogénito heredaba la parte nobiliaria de la familia y el segundón hiciera carrera militar o religiosa. Jerónimo de Ayanz optó por la primera ruta y no le fue en absoluto mal. El padre de Jerónimo ya destacó en el ámbito militar, con participación en batallas como la San Quintín, lo que le llevó a mantener una buena relación con la Corte Real. Esto posibilitó que, en 1567, Jerónimo de Ayanz acudiera a Madrid para ejercer labores de paje en la corte de Felipe II. Gracias a esta posición recibió una exquisita formación en artes, letras, ciencias y estrategia militar. A sus 20 años, Jerónimo inició su andanza en las guerras que asolaban al Imperio español en el último cuarto del siglo XVI. Estuvo bajo las órdenes de Juan de Austria en las campañas de Túnez y acudió al servicio del duque de Alba en la guerra de Flandes tras recorrer el Camino Español con los tercios. Su valentía gozó de cierta fama entre sus contemporáneos y hasta Lope de Vega le dedicó unos versos en su obra Lo que pasa en una tarde, donde habló de Jerónimo como el “el caballero de los dedos de bronce”. Pero su culmen militar llegó en 1581, cuando interceptó un intento de atentado contra Felipe II.


El (verdadero) inventor de la máquina de vapor

Sus éxitos militares fueron reconocidos con varias insignias y reconocimientos, pero, sobre todo, le abrieron la puerta a ser nombrado administrador general de Minas del Reino. A partir de 1587, Jerónimo de Ayanz se encargó de gestionar la explotación de las más de 500 minas activas que tenía España entre el territorio peninsular y las posesiones en América. Fue en este puesto cuando empezó a maquinar inventos de diversa índole.

Nicolás García Tapia fue el investigador que dio a conocer la vida y obra de Jerónimo de Ayanz en base a unos documentos conservados en el Archivo de Simancas. En las fuentes se han encontrado hasta 48 privilegios de invención concedidos por el rey a Jerónimo, lo que hoy día entendemos como patentes. Entre sus inventos destacan el traje de buzo con la intención de que los recolectores de perlas pudieran permanecer más tiempo bajo el agua; un sistema de refrigeración para las minas; el prototipo de un barco sumergible con válvulas que permitirían respirar a sus tripulantes bajo el agua; y, sorprende su precoz método para extraer el agua acumulada en las minas mediante el uso del vapor de agua como energía. Una máquina de vapor en toda regla más de un siglo y medio antes de que James Watt patentara una versión mejorada que propiciaría la Revolución industrial.

Apenas tenemos espacio suficiente en este formato de divulgación para abordar la descomunal vida y obra de Jerónimo de Ayanz, uno de esos personajes de la historia de España que permanece en la oscuridad a la espera de estudios, libros, películas y demás formatos que den a conocer al gran público a un hombre a la altura de los grandes genios del Renacimiento.

Font, article de Fran Navarro per a "Muy interesante"




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