Las religiosas se dedican también a la elaboración de dulces, pero reconocen: "No basta para pagar gastos".
Ahora las clarisas se han convertido en caseras de Airbnb.
Y parte de su convento, del siglo XVI, se ha transformado en un prometedor alojamiento situado en el centro de Sevilla, uno que ya roza las cinco estrellas.
Un Airbnb del siglo XVI. En Airbnb hay alojamientos de todo tipo, incluidas cabañas con forma de perro y bota o una pequeña avioneta acondicionada, pero pocos podrán competir en historia con uno de los nuevos fichajes de la plataforma en Sevilla: un espacio para turistas situado dentro del convento de Santa María de Jesús, un conjunto del siglo XVI enclavado en pleno corazón hispalense.
En Airbnb se presenta como un lugar "perfecto para descansar tras un día de actividad y diversión" y se destacan sus servicios, incluida cafetera, calentador de agua, lavavajillas… El resultado no defrauda a juzgar por las reseñas de huéspedes que ya acumula en la web, en la que se le asigna una valoración de 4,75 estrellas. A su favor tiene la ubicación, frente a la Casa de Pilatos y a 10 minutos a pie de La Giralda; pero su gran atractivo es que se localiza en un convento del siglo XVI.
A la caza de ingresos. Si los viajeros que ahora acuden a Sevilla tienen la oportunidad de alojarse en un complejo de los tiempos de Felipe II es por una razón muy sencilla… y mundana: las monjas clarisas del convento llevan tiempo buscando formas de reforzar sus finanzas y han encontrado en el turismo una oportunidad prometedora. Al fin y al cabo por los alojamientos de la capital andaluza pasaron en 2023 más de tres millones de visitantes.
Cómo las monjas llegaron a esa decisión lo contaba hace poco El País en un reportaje dedicado al peculiar alojamiento. El verano pasado entraron en contacto con dos socios con los que acabaron llegando a un acuerdo para la gestión de las viviendas. "No queremos meternos a llevar directamente los apartamentos porque esa no es nuestra vida. Nos aporta ingresos para vivir, pero no queremos que sea en detrimento de nuestra vocación y por eso encargamos la gestión", explica al diario sor María José.
Antiguas, que no viejas. Que el convento sea del XVI no significa que los turistas se vayan a encontrar con celdas austeras, paredes de piedra vista y muebles viejos. Como muestran las fotos colgadas en Airbnb, el espacio se ha reformado para crear cuatro apartamentos que se alquilan por diferentes precios: el mínimo es de dos noches, por las que se cobra 180 o 90 euros, en función de si se opta por la opción de tres habitaciones o la de dos. A mayores se piden entre 30 y 55 euros por gastos de limpieza.
Varias de las viviendas se restauraron hace ya años gracias a la hermana soltera de una de las monjas y la estancia mayor, de alrededor de 110 metros cuadrados, la adecuaron las religiosas en su día para que acogiera a la familia del portero. Cuando se mudó al extranjero las monjas, que habían preferido hasta entonces un alquiler de larga duración, escucharon que la mejor forma de rentabilizar los apartamentos era dedicarlos al turismo.
Objetivo: la rentabilidad. Para adaptar las viviendas tuvieron que realizar una obra que avanzó despacio por su proximidad a la iglesia y recurrir también a la ayuda de los socios que ahora se encargan de la gestión. Fueron ellos quienes afrontaron el gasto del mobiliario. "El coste lo vamos detrayendo de lo que obtenemos por los alquileres", explica uno de ellos. El proyecto ha sido posible gracias también en parte a que hace años el exalcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido les facilitó una ayuda para arreglar el techo de lo que ahora son las estancias que se ofrecen en Airbnb. El objetivo era entonces evitar que se viniera abajo.
La religiosas esperan ver beneficios ya en un año. En Airbnb puede comprobarse que, al menos en uno de sus pisos, no queda huecos disponibles durante casi todas las semanas de febrero y marzo. En cualquier caso el proyecto turístico acaba de arrancar y es pronto para saber si destacará en el competitivo sector sevillano.
Tanteando negocios. El de los alojamientos turísticos no es el primer negocio por el que apuestan las clarisas. "Intentamos una lavandería y encuadernar, pero eso no daba dinero", reconoce la hermana superiora, Sor María Lucía, a El Español. Los pisos turísticos ofrecen una alternativa prometedora para reforzar su economía. Y al no asumir las religiosas su gestión directa y situarse las estancias fuera del espacio reservado para la clausura tampoco interfieren en su día a día. "Como toda persona humana tenemos nuestras necesidades, los mismos gastos", explica en otra entrevista. Entre ellos están las facturas, el mantenimiento del convento e incluso cuotas de autónomos.
Porque las monjas no solo son caseras de Airbnb. Una de las actividades a las que más tiempo dedican y que más popularidad les ha granjeado en Sevilla es la repostería. Sus dulces pueden comprarse también online y ellas mismas se encargan de venderlos a través de una ventana del convento. Todo suma para costear la vida de las 18 religiosas que residen en Santa María. Ahora una placa informa de que venden pastas conventuales… y otra indica que se alquilan apartamentos turísticos. Los nuevos tiempos.
Dos tendencias de fondo. Si el caso de las clarisas de Santa María de Jesús ha captado el interés de los medios, tanto los de España como otros de Italia o de habla inglesa, incluido The Guardian, no es solo por lo curioso de su iniciativa. Como telón de fondo hay dos tendencias igual de interesantes. La primera y más evidente es el empuje turístico de Sevilla y su influencia sobre los apartamentos turísticos. Un informe de Sevilla City Office muestra que en 2023 el número de visitantes que se quedaron en esta clase de alojamientos creció de forma exponencial, cerca de un 33%, y su oferta se reforzó con casi un 29% más de plazas.
La otra tendencia que refleja el caso de las clarisas de Santa María de Jesús son los cambios que se ven obligados a asumir las órdenes religiosas en plena crisis de vocaciones. Los datos de la Conferencia Episcopal Española muestran que el número de eclesiásticos en activo pasó de 55.400 en 2017 a 40.100 en 2019 y las bajas ya le han obligado a cerrar monasterios y conventos seculares. Con ese telón de fondo toca buscar nuevas estrategias que pasan por rezar, trabajar… y lanzarse al negocio turístico.
Font, article de Carlos Prego per a "Xakata"
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