Europa se ha quedado descolgada en el desarrollo de baterías frente a la industria asiática. Consciente de ello, Bruselas quiere obligar a los grupos chinos a ceder su tecnología a los fabricantes locales, una estrategia que Pekín aplicó durante años con éxito en el sector del automóvil.
A raíz de esta política (que oficialmente terminó en 2022) surgieron joint ventures como Changan Ford, Dongfeng Nissan, FAW-Volkswagen o SAIC Volkswagen. En la práctica, esto ha supuesto un importante trasvase tecnológico, un goteo constante de know-how que las compañías chinas han sabido aprovechar: a día de hoy, fabrican coches igual de bien que estadounidenses, europeos y japoneses.
Este riesgo estratégico fue señalado por algunas voces críticas durante mucho tiempo; sin embargo, la rentabilidad y las ganancias a corto plazo primaron sobre la visión de futuro. Las consecuencias no se han hecho esperar: gracias al fuerte apoyo estatal y aprovechando la transición a la movilidad eléctrica, las firmas chinas se han lanzado a la conquista del mundo, Europa incluida.
Ante este peligro, Bruselas recientemente dio el visto bueno al establecimiento de aranceles proteccionistas contra los coches eléctricos procedentes del país asiático, una decisión que se tomó tras llevar a cabo una investigación que descubrió que los grupos chinos se han beneficiado durante años de cuantiosas subvenciones «injustas» por parte de su gobierno.
La Unión Europea está más atrasada que China en el desarrollo de coches eléctricos y baterías
Ambas potencias se encuentran en conversaciones para llegar a una solución pactada que evite el estallido de una guerra comercial a gran escala. Entre otras cosas, la Unión Europea aboga por el establecimiento de precios mínimos y cierto control sobre el volumen de las exportaciones; además, también se estaría planteando replicar el modelo de trasvase tecnológico chino.
De acuerdo con un informe de Financial Times, la Unión Europea quiere obligar a las empresas chinas a transferir su tecnología y propiedad intelectual a los grupos autóctonos a cambio de tener acceso a los subsidios europeos (Bruselas está preparando un plan de subvenciones de más de 1.000 millones de euros para desarrollar una cadena de suministro de baterías europea).
Queda por ver si Pekín acepta estas condiciones, ya que hace poco advirtió a sus fabricantes que priorizaran la exportación de kits en lugar de fabricar automóviles completos en Europa para evitar precisamente que su tecnología terminara en manos de la competencia.
Font, article de Alber Callejo per a "Forococheseléctricos"
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