Rentabilidad, facilidad de montaje, menos barreras burocráticas e incentivos locales explican, en gran parte, la eclosión del negocio
El crecimiento progresivo del autoconsumo de energía fotovoltaica es una realidad que se puede comprobar incluso visualmente en cualquier zona de España. En 2022 se instalaron 2.507 megavatios (MW) de potencia, con lo que aumentó un 108% respecto al año anterior, durante en el que se llegó a 1.203 MW, mientras que solamente tres años antes (2018) los megavatios incorporados fueron, apenas, 236.
“El año pasado fue el de la eclosión de la demanda”, asegura José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (Unef). El mayor incremento de potencia instalada se está produciendo en el sector industrial, que pasó de representar el 41% en 2021 al 47% en 2022, según esta patronal. Pero el sector residencial, que supone el 32%, también está subiendo con fuerza. El alza del precio de la electricidad y el impulso de las ayudas europeas —a través de fondos Next Generation— a las instalaciones de energías renovables son dos de los motivos principales del auge del autoconsumo fotovoltaico entre particulares, explica Donoso.
La sociedad Engel Energy pronostica “una penetración del autoconsumo del 76% para 2030 en España, con un total de 3,9 millones de tejados residenciales solarizados”. Esta situación está provocando otra eclosión: la de empresas dedicadas a la energía fotovoltaica. Su número no deja de crecer y está dando lugar a una atomización creciente del sector.
De acuerdo con los últimos datos de Unef, en 2021 las empresas productoras crecieron un 25% respecto a 2020, pasando de 204 a 272; las ingenierías e instaladoras, se incrementaron en un 19,7%, de 358 firmas a 446, y las fabricantes, subieron un 8,8% (de 516 a 566). En total, las compañías del sector sumaron 1.284, una cantidad respetable para una actividad tan joven. Y si la potencia instalada creció más de un 100% en 2022, es de suponer que el número de empresas será aún mayor, si bien falta una cuantificación precisa.
Atomización sectorial
El autoconsumo solar tiene en la actualidad tal cantidad de actores empresariales que la cuota de mercado de cada uno es pequeña. Un estudio de Alimarket Construcción pone de manifiesto que el 57% del mercado está en manos de 15 empresas y la mayor cuota para una sola compañía es del 11,5%. Otro dato: más del 40% del mercado está copado por pequeños instaladores, según el portavoz de Engel Energy, Josep María Albert.
“El primer motivo de la atomización existente es que la energía fotovoltaica requiere de una tecnología simple, relativamente más fácil que la eléctrica”, indica Donoso. El segundo, apunta, es la rentabilidad. El sector consiguió el año pasado 890 millones de euros. Y otros factores son “la eliminación progresiva de las barreras administrativas y los incentivos locales”, lo que provoca que cada vez haya más particulares autoconsumidores. Hay que señalar que este fenómeno “también se da en otros países europeos, aunque como empezaron antes que nosotros en el mundo de las energías renovables, el mercado es más estable y maduro”, agrega Ana López, gerente general de BayWa r. e. Spain.
El director general de Unef coincide en esta apreciación y añade que “el autoconsumo fotovoltaico lleva más años funcionando en países de Europa, nosotros hemos llegado más tarde [España mantuvo un impuesto a esta actividad hasta 2018]”. “Cuando existe un crecimiento como el que ha experimentado la energía solar aparecen nuevos actores queriendo aprovechar la oportunidad”, explican en la empresa Cox Abengoa. “Pero el sector está madurando mucho y, junto con la bajada de precios de la energía respecto a 2021, y a la necesidad de ir a modelos más complejos como las comunidades energéticas, que requieren mucha tecnología y capital humano y económico, pensamos que el sector se va a consolidar en cuanto al número de actores compitiendo”.
Para el CEO en España de Octopus Energy, Roberto Giner, la mejor manera de desenvolverse ante tanto competidor es “colaborar”. “En un momento en el que nos enfrentamos al desafío de acelerar la transición energética, la colaboración con los competidores y con entidades públicas es la única vía posible. Todos tenemos el mismo objetivo, por lo que compartir experiencias, ideas e iniciativas que aceleren el camino hacia un mundo más verde es fundamental”. La puesta en marcha de comunidades energéticas, en las que se comparte la energía, es una forma de moverse ante tanta competitividad, como comentan en Cox Abengoa, y también la innovación en el modelo de negocio, en palabras de Josep María Albert, de Engel Energy.
Certificación empresarial
Lo cierto es que hay una dispersión enorme de la oferta, sobre todo en el campo de la instalación, en el que operan desde empresas del Ibex 35 hasta pequeños comercios de pueblo. Ante semejante abanico de posibilidades, el consumidor particular ha de protegerse. Donoso, de Unef, declara que la situación “es buena en términos de empleo (más de 90.000 trabajadores en 2021), pero nos preocupa un avance tan rápido”.
La primera recomendación al usuario final privado es que se informe de si la empresa con la que contrata cumple los estándares, “para lo cual Unef pone a disposición un sello que certifica la calidad de la empresa”. Asegurarse de que el material puede durar al menos 25 años es vital y se puede comprobar, entre otras cosas, a través de dicho sello.
Albert, de Engel Energy, advierte de que “para consolidar el uso de las renovables en los hogares no basta con instalar placas solares y ya”. Un “análisis detallado de lo que necesita el usuario para garantizar el retorno de la inversión” es la máxima de Cox Energy, mientras que “no tener letra pequeña y la atención al cliente” es la base para Octopus Energy.
Con tanta oferta disponible, informarse bien sobre las marcas y asegurarse una buena asistencia técnica en el futuro es lo que más recomiendan desde la patronal fotovoltaica.
La industria también ha de estar vigilante
La información y la prevención también atañen al sector productivo. “Las empresas necesitan claves, como que las instalaciones duren de 25 a 30 años; que no deben interferir en la actividad; que sean 100% seguras; y que han de tener calidad, por lo que hay que desconfiar de las muy baratas”, argumenta Ana López, gerente general de BayWa r. e. Spain, compañía proveedora de energía fotovoltaica al segmento industrial.
Font, article de Marta Yoldi per a "El país"
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