martes, 7 de noviembre de 2023

El hidrógeno puede no ser el futuro de los coches. Ya han encontrado un nuevo material más barato

 


El futuro de los motores de los coches sigue siendo incierto gracias a que las grandes marcas no dejan de desarrollar propuestas diferentes constantemente.

Investigadores del Massachusetts Institute of Technology  y la Universidad de Harvard han desarrollado un proceso eficaz que es capaz de convertir el dióxido de carbono en formiato, un avance que podría revolucionar el futuro de los coches.

Estamos hablando de un material líquido o sólido que podría utilizarse como el hidrógeno o el metanol para poder alimentar una pila de combustible y generar electricidad.

La idea de convertir el CO2 en un combustible estable que pueda sustituir a los combustibles fósiles en determinadas aplicaciones no es algo nuevo. La mayoría de estos procesos de conversión ya han tenido problemas con la baja eficiencia del carbono, o producen combustibles que pueden ser complicados de manejar, tóxicos o inflamables. Sin embargo, no parece ser el caso de este nuevo proceso al usar el formiato como combustible.

Nueva evolución en los coches del futuro

El formiato de potasio o de sodio, que ya se produce a escala industrial y es utilizado habitualmente como descongelante de carreteras y pavimentos, no es un producto tóxico ni inflamable, es sencillo de almacenar y transportar y puede permanecer estable en depósitos de acero ordinarios para su uso, ya sea en unos meses o incluso en unos años después de su producción.

Este nuevo proceso consigue una conversión muy superior al 90% y elimina la necesidad de la etapa de calentamiento. Para ello, convierten primero el dióxido de carbono en una forma intermedia, el bicarbonato metálico líquido. Posteriormente, se convierte vía un proceso electroquímico en formiato líquido de potasio o sodio.

Aquí nos encontramos con el mismo inconveniente entre el formiato y el hidrógeno. Tiene sentido si para alimentar el electrolizador, que convierte el bicarbonato metálico líquido en formiato de potasio o sodio, se usa electricidad baja o neutra en carbono. Y eso pasa por el uso de energías solar, eólica, hidráulica o nuclear.

El proceso completo, que incluye la captura y conversión electroquímica del gas en un polvo sólido de formiato que se utiliza en una pila de combustible para producir electricidad, se demostró a escala en laboratorio.

Sin embargo, los investigadores esperan que sea escalable, de modo que pueda suministrar calor y electricidad sin emisiones a viviendas particulares e incluso utilizarse en aplicaciones industriales o a gran escala en red.

El futuro de los coches, ¿y de los edificios?

Las primeras aplicaciones domésticas, explican los investigadores, podrían consistir en una unidad electrolizadora del tamaño de un frigorífico para capturar y convertir el dióxido de carbono en formiato.

Este, a su vez, se podría almacenar en un depósito subterráneo o en el tejado. Luego, cuando fuera necesario, el sólido en polvo se mezclaría con agua y se introduciría en una pila de combustible para suministrar energía y calor al edificio.

Volviendo al mundo de la automoción, seguimos viendo como casi día a día, salen nuevas informaciones sobre la evolución de los motores de los coches. Esto se debe a que las grandes marcas están haciendo todo lo posible para adelantarse a sus competidores y poder ofrecer a los consumidores productos eficientes y generosos con el medioambiente. Todo hacía indicar que el futuro eran los coches eléctricos, pero sus prestaciones siguen lejos de los motores de combustión tradicional y las nuevas evoluciones si ofrecen estas prestaciones.

 Font, article de Javier Frade per a "Vibes noticias"

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