“»Estos planes en la expansión de las manufacturas se habían detenido tras el anuncio de la puesta en marcha de varias instalaciones en Europa, como es el caso de la planta de BYD en Hungría y la de Chery en España. Sin embargo, con estas nuevas plantas apenas podrán esquivar estos aranceles y necesitarán más metros cuadrados repartidos por los distintos mercados europeos», señalan.
Además, las citadas fuentes han destacado que «España es uno de los países que mejor posicionado está para recibir nuevas inversiones por parte de los fabricantes chinos, prueba de ello es la inversión de Chery para ensamblaje de su marca Omoda en las antiguas instalaciones de Nissan en Barcelona, con la que se crearán cerca de 1.000 nuevos puestos de trabajo directos en la zona»
Fábricas de coches chinos en España
En concreto, las marcas chinas están buscando instalaciones ya construidas para no tener que empezar de cero, ya que de esta forma el proceso de inicio de los ensambles es más ágil y sencillo. Esta práctica es la que ha empleado Chery en su nueva planta en España y que BYD también intentó llevar a cabo con la compra de la factoría alemana de Ford en Saarlouis, pero que acabó en papel mojado.
La única fábrica anunciada de la que, por el momento, no se conoce cuál será su ubicación definitiva es la prevista por SAIC. España es uno de los países europeos potenciales para acoger esta instalaciones en los próximos meses, aunque también lucha con otras ubicaciones europeas en la que el coste por vehículo es mayor pero tienen mayor accesibilidad a proveedores para la construcción de eléctricos.
China vs. Europa
La imposición por parte de Bruselas de estos aranceles a la importación de coches eléctricos procedentes de China ha desatado una auténtica guerra comercial entre ambos continentes. Unas tasas que podrían tener una dura repuesta por parte del Gobierno de Pekín con más impuestos a otros bienes de los que Europa es dependiente o el recorte de los envíos para la producción de este tipo de motorizaciones en el Viejo Continente.
Para evitar una batalla campal económica, Pekín y Alemania ya han iniciado las primeras conversaciones para reducir tasas que penalizan a los fabricantes chinos con aranceles de hasta un 38%.
Font, article de Andrea Aguado per a "OK diario"
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