El país asiático lleva mucho tiempo buscando una fórmula que les permita controlar el problema del envejecimiento y la baja natalidad
Una crisis de varios frentes. El país tiene un problema: la sociedad envejece. Con una economía en desaceleración, hace tiempo que los síntomas de crisis demográfica se palpaban. El año pasado, China perdió por segundo año consecutivo población. Mientras, en la acera de enfrente, las cifras indicaban los índices de natalidad más bajos desde que hay registros.
Todo esto supone que la población en edad de jubilarse, una de las bajas del mundo (60 años para los hombres, 55 para las mujeres en trabajos administrativos y 50 para las mujeres de clase trabajadora), solo crece. En 2022 era de 280 millones, el año pasado de 297 millones (21% del censo total).
Peor aún, hay previsiones que hablan de otros 300 millones proyectados en la próxima década, y para mitad de siglo se habla de una población de 60 años o más que, como mínimo, sobrepasará los 500 millones (casi el 40% del padrón total). De hecho, las previsiones hablan de cuatro trabajadores por cada jubilado en 2030, y en 2050, solo dos.
Jubilación gradual por fases. Todo el escenario descrito anteriormente nos lleva a la noticia que se ha confirmado y que se ha estado gestando meses atrás. "De acuerdo con los principios de voluntariedad y flexibilidad, avanzaremos de manera constante y ordenada en la reforma para retrasar progresivamente la edad legal de jubilación", explicó el pasado domingo el Partido Comunista de China.
El plan, junto con algunas otras reformas clave, se publicó en una resolución tres días después de que los líderes del país concluyeran el tercer pleno de China, una importante reunión política en Beijing que se lleva a cabo cada cinco años.
Lo que sabemos. Lo cierto es que no se ha especificado cuánto se aumentaría la edad de jubilación ni cuándo, pero un Informe sobre el desarrollo de las pensiones de China publicado a finales de 2023 detalló que "65 años puede ser el resultado final después del ajuste". El plan ha estado en juego durante algunos años, a medida que el presupuesto de pensiones de China disminuye.
Si nos sirve de pista, en 2019 (y antes de la pandemia) el gabinete había pronosticado que el fondo de pensiones estatal de China se agotaría en 2035 debido a la disminución de su fuerza laboral. Años de férreas restricciones relacionadas con la pandemia han reducido todavía más las arcas de los gobiernos locales y, según explicaban, “podrían agravar aún más el déficit de pensiones”. Al mismo tiempo y como decíamos, la enorme población del país ha disminuido por segundo año consecutivo en 2023 a medida que la tasa de natalidad cae.
En cuanto a esos términos algo “difusos”, sobre todo tratándose de un tema capital como las pensiones, el periódico estatal Global Times citó a demógrafos del país diciendo que en el plan para aumentar la edad de jubilación destaca la "voluntariedad" y la "flexibilidad". Es imposible pronosticar hasta dónde alcanzaría esa aparente decisión del ciudadano chino, pero lo que sí parece claro es que las autoridades reconocen que no existe una política única para todos cuando se trata de la jubilación.
Escepticismo. Esa es la palabra que define ahora mismo el plan entre muchos usurios chinos en Internet. De todas las dudas expresadas, una que se repite. "Aquellos que desean jubilarse anticipadamente están agotados por sus trabajos laboriosos, pero aquellos que desempeñan funciones cómodas y lucrativas no elegirán jubilarse. ¿Qué tipo de trabajos terminará con la generación más joven?", comenta un usuario en la red Weibo, seguramente exponiendo una de las cuestiones clave que nadie ha explicado todavía.
Font, article de Miguel Jorge per a "Xakata"
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