México se ha convertido en un caramelo para que las empresas estadounidenses reduzcan su dependencia de China. La penúltima ha sido Tesla, que ya ha empezado a construir su próxima 'gigafactory'
HP ya ha reconocido que está aumentando cada vez más la producción de ordenadores portátiles —es el segundo fabricante mundial, después de la china Lenovo— en México, además de en países asiáticos como Tailandia. En el primer caso, el foco es abastecer el mercado norteamericano de ordenadores comerciales —los que se usan en entornos corporativos—, aunque han hecho hincapié en que siguen manteniendo su fábrica en Chongging (China), abierta en 2008.
Lo cierto es que México ya se ha convertido en el principal socio comercial de EEUU, con 263.000 millones de dólares de comercio bilateral en el primer cuatrimestre de 2023. Y la clave está en la manufactura, responsable del 88% de esa facturación. Es algo que supone un 16,5% de todo el comercio manufacturero del país norteamericano, al que siguen Canadá (13,5%) y China (12,5%). Aquí cabe recordar que Pekín ocupaba ese primer puesto desde 2014, cuando desbancó precisamente a Montreal.
Las manufacturas mexicanas se imponen a las chinas
Evolución de la cuota comercial de productos manufacturados de cada país en los EE UU desde el año 2002.
México no ha dejado de mejorar sus prestaciones tecnológicas en las dos últimas décadas. Ahora es uno de los exportadores más importantes del mundo", comenta Görg Holger, presidente del Instituto Kiel para la Economía Mundial, que subraya que es "un sector muy importante para el crecimiento económico" y que puede generar "un efecto contagio" sobre el resto de la economía. Sin embargo, estas cifras también son un reflejo de cómo México se ha convertido en una forma de reducir la dependencia de China.
"No solo se ha convertido en importante para EEUU, también para muchos países que exportan allí, como las firmas coreanas o taiwanesas", explica a El Confidencial Günther Maihold, analista político y subdirector del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad. Entre los casos más sonados, está el de Samsung, que hace un año anunció una inversión de 500 millones de dólares para la producción de electrodomésticos en el país. "Las tecnológicas son muy interesantes para los llamados países emergentes, que buscan colocarse en las primeras posiciones para atraer el desarrollo tecnológico y, a partir de ahí, adquirir importancia para que sea endógeno", incide este analista.
También hay quien no ha trasladado su producción a México por ahora, pero sí ha llevado planes agresivos para dejar de depender de China. Es el caso de Dell, que para finales de 2024 espera no necesitar chips ni otros componentes electrónicos procedentes de este país. Para ello, está concentrándose en lugares como Vietnam —Apple, por cierto, ya fabrica algunos Mac allí— o Tailandia.
"Dell tiene un fuerte incentivo político para diversificar su producción fuera de China, ya que controla alrededor del 73% del mercado de ordenadores de uso gubernamental en EEUU", recordaba hace poco el medio japonés Nikkei Asia. Más allá de este punto, lo cierto es que EEUU es el principal mercado para HP y Dell, ya que fue el destino del 31% y el 40%, respectivamente, de sus entregas en el primer trimestre, según datos de la consultora Canalys. Por el contrario, China supone el 7,5 y el 8% del total para ellas. Allí, el mercado está dominado por las autóctonas Lenovo y Huawei.
Por qué México es ahora tan importante
El año pasado, la inversión extranjera aumentó un 12% en México, alcanzando los 35.292 millones, según los datos de la Secretaría —el equivalente a un ministerio en España— de Economía. De esa cantidad, más de un tercio (36%) provenía de la manufactura. Eso sí, ahí se lleva el primer puesto la automoción, donde destacan los casos de Audi, que lleva años en el país, o BMW, que el pasado febrero anunció una inversión de 800 millones para producir coches eléctricos y baterías de alto voltaje.
La cercanía entre México y Estados Unidos es una razón evidente para que se haya producido esta tendencia. Por ejemplo, solo hay que recordar que la gigafactory de Tesla en Nuevo León —la séptima de la firma— estará a unos 700 kilómetros de la sede central de la compañía, situada en Austin, Texas. Pero, obviamente, la proximidad siempre ha sido la misma, así que no es lo único que explica el fenómeno.
"La dinámica cambió en 2018, cuando EEUU impuso aranceles a los productos de China, y, después, con los problemas en la cadena de suministro durante la pandemia, que alteraron el comercio internacional y los flujos de inversión en todo el mundo", explicaba Luis Torres, economista de la Reserva Federal de Dallas, en un análisis reciente. De hecho, el covid hizo que China recuperara el primer puesto momentáneamente, ya que las complicaciones posteriores en todo el país llevaron a nuevos confinamientos que lastraron su producción. Ahora, la distancia entre las importaciones mexicanas y las chinas es cada vez mayor.
"Es una forma de evitar ser objeto de futuras sanciones como las que ha defendido EEUU. Una estrategia de diversificación para garantizar que no se les cae totalmente el mercado que han construido allí", apunta por su parte Maihold, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, que hace hincapié en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que incluye a Canadá y está en vigor desde 2020. "El punto clave es que México ofrece buenas condiciones a las empresas y sus profesionales tienen salarios bajos", incide, recordando que en China los sueldos han subido en los últimos años.
Pero donde hay quien vislumbra una suerte de desglobalización, otros solo ven su reestructuración a través de las cadenas de valor regionales. El modelo, que se ha extendido tras la mencionada crisis de suministro, recibe el nombre como nearshoring, y no es otra cosa que la subcontratación o externalización en un país más barato, pero no demasiado lejano.
Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), considera que también hay antecedentes previos. "Las empresas que llevaron la producción al sudeste asiático tenían el problema de las copias y la propiedad intelectual, porque les hacían la competencia directa a menor coste, algo que se veía en tecnología, pero también en textil", detalla esta docente, subrayando que "China ha hecho mucha inversión en innovación y al final la tecnología es tan avanzada, o más, que la occidental". Es algo que es distinto en México, donde el tratado trilateral "les permite evitar que haya fuga de conocimiento o patentes", recuerda Maihold.
La semana pasada, Estados Unidos anunció la limitación de las inversiones estadounidenses en tecnología china, algo que se produce tras años de tensiones de todo tipo. "Están involucrados en una amplia y larga estrategia que dirige, facilita o apoya avances en tecnologías sensibles y productos que son críticos para las capacidades militares, de inteligencia, de vigilancia o cibernéticas del resto de países", aseguró el presidente, Joe Biden, especificando que estará totalmente prohibido financiar sectores como los semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial.
No, no es tan sencillo dejar China a un lado
Sea como sea, lo cierto es que no es tan fácil evitar a China. "Una cosa es que una fábrica haga el proceso productivo en México y otra es la procedencia del material concreto que necesita. Ahí está el otro problema de EEUU, pero también de la Unión Europea: son muy dependientes de ciertos componentes o materias primas en que China se encarga de su obtención y fabricación", desarrolla Jiménez Zarco, que recuerda lo ocurrido con las fábricas de microchips, un caso que ha evidenciado que son procesos de industrialización largos y costosos.
Holger, del Instituto Kiel para la Economía Mundial, también considera que la "desvinculación" solo funcionará hasta cierto punto. "La mayoría de los bienes dependen de una gran cantidad de materias primas producidas en cadenas de suministro mundiales", incide, antes de poner un ejemplo cristalino: "Si HP produce en México para luego exportar a EEUU, la planta mexicana seguiría necesitando importar materias primas, muchas de las cuales procederían de China. Es decir, HP sigue dependiendo de China, y si por alguna razón se detiene la producción allí, esto también les afectará negativamente".
La otra parte está en los problemas de recursos del país, algo que estuvo a punto de dar al traste con el proyecto de Tesla. En concreto, el talón de Aquiles está en la escasez de agua, que hace mella en regiones como Nuevo León. Allí, el pasado junio, se tuvieron que tomar medidas extremas para garantizar el suministro, con cortes de varias horas de duración y las administraciones pidiendo a agricultores e industrias que redujeran su consumo para destinarlo a la población. En efecto, es el mismo lugar en el que ahora se instalará la nueva gigafactory de esta automovilística.
Font, article de Mario Escribano per a "El confidencial"
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