China se enfrenta a un enorme reto energético. Enorme, peculiar y sobre todo apremiante. El desafío no consiste en conseguir una mayor implantación de las fuentes renovables o avanzar hacia una economía descarbonizada, que también, sino en prepararse para la gran avalancha de residuos tecnológicos que ese mismo empeño generará durante los próximos años. Al fin y al cabo los paneles solares y aerogeneradores pueden ser aliados ambientales cuando están en funcionamiento, pero una vez llegan al final de su vida operativa se convierten en todo lo contrario: desechos enormes y difíciles de reciclar. Y en China hay muchos de ambos.
De ahí que quieran prepararse para el reto que se les avecina.
¿Qué ha pasado exactamente? Que la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) de China, junto a otras cinco agencias estatales, ha publicado una serie de directrices con un propósito claro: acelerar el reciclaje de equipos eólicos y fotovoltaicos que ya hayan cumplido su vida útil. De momento no han trascendido demasiados detalles sobre qué estrategia seguirá el país, pero sí sus pautas generales y sobre todo el trasfondo, que resulta igual de interesante.
Las autoridades chinas quieren anticiparse a lo que cuentan con que será un "desmantelamiento masivo de equipos". Y con ese propósito aspiran a tener ya a finales de la década un sistema de reciclaje "básicamente maduro", válido tanto para los paneles fotovoltaicos como las instalaciones con turbinas eólicas.
¿Y cómo lo conseguirá? Lo que quieren los expertos del NDRC es elaborar estándares y reglas industriales en las que se detalle cómo cerrar, desmantelar y reciclar instalaciones renovables. De esa forma, precisa South China Morning Post (SCMP), se facilitarán una serie de baremos y directrices técnicas para que las industrias fotovoltaica y eólica reciclen sus equipos desechados.
Entre sus pautas figuran que los fabricantes deben diseñar equipos fáciles de desarmar y reciclar y que los operadores de energía serán también los responsables de desmontar los equipos una vez hayan completado su función. Los desperdicios no podrán enterrarse en vertederos. En ese empeño, la NDRC plantea que los fabricantes ofrezcan servicios de reciclado o se alíen con firmas que lo hagan.
Pero… ¿Cómo de grande es el reto? Manejamos algunas cifras que nos ayudan a entenderlo. Los expertos citados por las autoridades chinas en su estudio prevén —según concreta Reuters— que para 2030 China deberá reciclar alrededor de 1,5 millones de toneladas métricas y la carga de desechos se disparará con el tiempo hasta rondar los 20 millones de toneladas en unas décadas, en 2050.
No son las únicas referencias que manejamos. Estimaciones de Greenpeace señalan que para 2040 el país retirará las instalaciones correspondientes a cerca de 250 GW de capacidad solar y unos 280 GW de generación eólica.
¿Ocurre solo en China? No. En la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) han sacado la calculadora y sus estimaciones son rotundas: "A medida que aumente el mercado fotovoltaico, también lo hará el volumen de paneles retirados, y se prevén grandes cantidades de residuos anuales para inicios de la década de 2030". Para ser más precisos, sus técnicos esperan que los residuos de instalaciones fotovoltaicas acumulados a nivel internacional pasen de 0,2 Mt en 2021 a 4 Mt en 2030, casi 50 Mt en 2040 y más de 200 Mt en 2050. "Los países miembros del G20 aportarán la mayor parte de los residuos previstos", zanja.
¿Manejamos más datos? Sí. WindEurope advierte también de que ya hay turbinas eólicas llegando al final de su vida operativa y que, si bien el número de palas dadas de baja hasta la fecha ha sido bajo, probablemente aumente a lo largo de los próximos años. "Se esperar que alrededor de 25.000 toneladas de palas lleguen al final de su vida operativa anualmente para 2025", calcula.
Sus estimaciones prevén una carga particularmente intensa en Alemania y España y Dinamarca. A finales de la década prevé que empiecen a desmantelarse también aerogeneradores en otros países de Europa, como Italia, Francia y Portugal, y el volumen anual de palas desechadas se duplique hasta las 52.000 tn en 2030.
¿Y por qué actúan en China? Por lo ambicioso que ha sido y está siendo allí el despliegue de renovables. El gigante asiático se ha marcado el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas de carbono en 2060 y reducir su dependencia del carbón, un propósito ambicioso para el que está impulsado las instalaciones renovables.
Solo durante este ejercicio se ha propuesto instalar 160 GW de eólica y solar y quiere disponer de 1.200 GW de capacidad a gran escala para 2030, una ambición que según SCMP podría lograr cinco años antes de lo previsto. "La energía eólica y solar crecieron a escala por primera vez en China a principios de la década de 2000 y la vida útil promedio de los paneles y turbinas es de unos 20 a 25 años", recuerda al diario hongkonés Li Jiatong, activista de Greenpeace en el Este de Asia.
¿Es un reto sencillo? China no es, ni mucho menos, la primera en prestar atención al reciclaje de aerogeneradores y palas. La propia industria lleva tiempo buscando estrategias eficientes para reciclar sus palas, turbinas y paneles solares, un empeño complejo para el que ha planteado estrategias de todo tipo: procesar los generadores para extraer metales raros, reutilizar las palas para crear puentes y mobiliario urbano, descomponerlas e incluso recuperar parte de sus compuestos para la elaboración de gominolas. Todo para evitar que, con la jubilación, las turbinas dejen de ser aliados ambientales para convertirse en un problema.
Font, article de Carlos Prego per a "Xataka"
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