sábado, 6 de julio de 2024

Los árboles aumentan la contaminación del aire en las ciudades, concluye un estudio

 

Es fundamental aplicar la información del estudio de forma correcta. Ajuntament de València

El  de las temperaturas los lleva a emitir compuestos llamados terpenoides que reaccionan con otros contaminantes para producir ozono dañino. ¿Se puede evitar?

Hasta ahora, en relación con el cambio climático, la idea era sencilla: plantar árboles contribuye a aumentar la producción de oxígeno y a una mayor captura de dióxido de carbono (CO₂). Esto es esencial en las ciudades, donde el tráfico y la industria son generadores de CO₂. Pero las cosas no son tan sencillas. En un nuevo y controvertido estudio publicado en Science, los autores afirman que los árboles en Los Ángeles están contribuyendo a la contaminación del aire de la ciudad.

Todo nació como una forma de explicar por qué el ozono a nivel del suelo y la contaminación por partículas microscópicas que forman el smog de la ciudad se han mantenido estables a pesar de los esfuerzos por disminuir los gases generados por los vehículos.

En 2022, un equipo de científicos de Colorado y Corea del Sur descubrió que las tasas de contaminación obstinadamente estables en ciudades de California probablemente se debían a un aumento de las fuentes secundarias de contaminación, la respuesta tendría que ver con que los árboles y arbustos puede ser los culpables. Y el arma son los terpenoides.

Básicamente, se trata de un compuesto químico orgánico que se encuentra en la materia vegetal y que generalmente actúa como antioxidante, pero que, cuando se libera a la atmósfera, puede combinarse con contaminantes para hacerlos más dañinos.

Al liberarse de las plantas, la descarga de terpenoides se convierte en lo que se conoce como compuestos orgánicos volátiles (COV), que terminan reaccionando a la contaminación del aire, creando el tipo de ozono y partículas finas contaminantes en cuestión. Lo que es peor, las plantas emiten más COV debido al aumento de las temperaturas y la sequía.

Para llegar a esta sorprendente conclusión, los autores (un equipo internacional de universidades de Alemania, CalTech, Berkeley, Colorado y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) volaron un avión sobre Los Ángeles durante varios días en junio de 2021 con un espectrómetro de masas para medir las concentraciones de COV.

Combinados con mediciones en 3D de la velocidad del viento para determinar de dónde provenían los contaminantes, los científicos descubrieron que los terpenoides eran la mayor fuente de COV, y que este efecto se mostraba más en las partes ricas en vegetación de la ciudad y en los días más calurosos. Cuando las temperaturas superaron los 30º centígrados, los terpenoides resultaron ser la causa de las peores emisiones, incluso en lugares con más gente y menos plantas, como el distrito del centro de Los Ángeles, lleno de cemento.

Aunque aún no han descubierto qué plantas están causando la mayor cantidad de emisiones, los investigadores descubrieron que, en medio de temperaturas elevadas, la contaminación por COV vinculada a los humanos también aumentó, y los culpables van desde químicos nada sorprendentes como la gasolina hasta productos de higiene personal como los desodorantes. De hecho, en las zonas más pobladas, los productos de belleza parecían tener un efecto pequeño, pero mensurable, sobre el smog.

Eso sí, como decíamos al principio, no es todo tan sencillo. Si bien sería fácil malinterpretar el estudio, los autores quieren asegurarse de que se tome en el contexto correcto.

“Dado que es difícil controlar las emisiones de las plantas, es aún más importante controlar la parte provocada por el ser humano – explica Eva Pfannerstill, química atmosférica del Instituto de Investigación Forschungszentrum Jülich de Alemania y líder del estudio -. La mitigación exitosa de la contaminación del aire urbano debe tener en cuenta que el calentamiento climático cambiará fuertemente la cantidad y la composición de las emisiones”.

En resumen, esta investigación no sugiere que los árboles sean malos, sino que es otro recordatorio inquietante de cuán drásticamente los humanos han dañado su medio ambiente y cómo este responde con un inesperado “efecto mariposa”.

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