Planta de almacenamiento solar y térmico de Raygen en Carwarp, Australia
Se estima que para 2030, estas tecnologías podrían electrificar hasta un 8% del actual consumo mundial de gas, lo que se traduciría en una reducción del 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En un mundo cada vez más consciente de la urgencia de actuar contra el cambio climático, la transición hacia fuentes de energía renovable se ha convertido en una prioridad global. En este contexto, España emerge como uno de los países más atractivos para el desarrollo del almacenamiento térmico, una tecnología que promete revolucionar la forma en que se gestiona y utiliza la energía.
La aceleración de la transición energética se ha vuelto imperativa, especialmente en un escenario de incertidumbre geopolítica y volatilidad en los mercados de materias primas. El compromiso internacional con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, ratificado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 en Dubai, ha impulsado la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles en el ámbito energético.
En este contexto, el almacenamiento de energía electrotérmica (ETES) emerge como una tecnología prometedora. Integrando la electrificación del calor con el almacenamiento térmico, la ETES ofrece una solución eficaz para descarbonizar el calor industrial, una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Una de las ventajas clave de la ETES es su capacidad para utilizar la generación de electricidad a partir de fuentes renovables intermitentes, como la energía solar y eólica, para satisfacer la demanda de calor a gran escala y continua en entornos industriales. Esto no solo contribuye a reducir las emisiones, sino que también mejora la seguridad y la independencia energética. Además, las tecnologías ya son competitivas con los combustibles fósiles en casos específicos, lo que refleja su potencial para transformar radicalmente el panorama energético.
Condiciones favorables
Un reciente estudio elaborado por Systemiq Ltd ha destacado a España como uno de los países más atractivos para el desarrollo de ETES, gracias a una combinación única de factores favorables en el mercado energético. La diferencia de precios entre la electricidad y el gas natural, junto con la flexibilidad de las tarifas de la red eléctrica, ha creado un entorno propicio para la competitividad de las ETES frente a las calderas de gas.
La capacidad de las ETES para optimizar el programa de carga, aprovechar fuentes de calor de apoyo y conectarse directamente a las energías renovables locales añade otra capa de atractivo a esta tecnología. En España, en particular, las condiciones locales y la estructura de la red eléctrica están alineadas de manera que las ETES pueden ser incluso más asequibles que las calderas de gas en ciertos escenarios.
Además, el impacto potencial de las tecnologías de almacenamiento térmico en España es significativo. Se estima que para 2030, estas tecnologías podrían electrificar hasta un 8% del actual consumo mundial de gas, lo que se traduciría en una reducción del 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía.
Desafíos
Sin embargo, a pesar del potencial de las ETES, existen desafíos importantes que deben abordarse para aprovechar plenamente esta tecnología. La congestión en las redes eléctricas puede retrasar los proyectos de ETES hasta una década en algunas regiones, lo que destaca la necesidad de reformas regulatorias y cambios en la planificación de la red para facilitar su implementación.
Para cerrar la brecha de asequibilidad y promover aún más el desarrollo de ETES, se requiere un esfuerzo coordinado entre los responsables políticos, los operadores de red y la industria. La reforma de las tarifas, impuestos y descuentos para favorecer el uso de la red durante periodos de menor demanda, así como la aceleración de la conexión a la red para tecnologías de demanda flexible, son pasos cruciales en esta dirección.
En última instancia, el impulso hacia un futuro energético más sostenible depende de la capacidad de los países, como España, para adoptar e invertir en tecnologías innovadoras como las ETES.
Font, article de Sandra Acosta per a "El periódico de la energía"
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