El desierto del Sahara transporta un polvo que los científicos analizan
Cuando esta nube de polvo viaja desde África occidental hacia América y otras regiones, no solo modifica el color del cielo o reduce la nubosidad: arrastra consigo partículas finas que pueden ingresar al sistema respiratorio humano. Estas partículas incluyen minerales, metales pesados y microorganismos como bacterias y hongos. Al inhalarse, pueden desencadenar síntomas en personas con enfermedades respiratorias preexistentes y afectar también a quienes están sanos. En los días en que el polvo está más presente, es común notar irritación en los ojos, garganta seca o dificultad para respirar, lo que ha generado alertas en distintos países y recomendaciones sanitarias.
Es decir que cuando los vientos en el desierto del norte de África levantan arena, recogen contaminantes al pasar por zonas deforestadas de la región, principalmente de los países subsaharianos.
Más allá de alterar temporalmente el clima y reducir la visibilidad, el polvo del desierto del Sahara ha demostrado ser un vehículo potencial de enfermedades. Investigaciones recientes revelan que esta nube contiene microbios, bacterias y parásitos capaces de provocar afecciones respiratorias como asma, bronquitis e incluso tuberculosis. Esto lo convierte en un fenómeno de interés para la salud pública. Además, sus efectos se extienden al medioambiente, impactando la calidad del aire, secando fuentes de agua y erosionando el suelo. Entender su alcance permite tomar medidas de prevención adecuadas y proteger a las comunidades vulnerables.
Font, article de Valentina Araya per a "Diario Uno"
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