Según los datos de la agencia de tráfico de Noruega, OFV, en 2024, el 88.9% de los coches vendidos en el país han sido eléctricos a batería. Una cifra que acercan al país nórdico a su objetivo de ser 100% eléctricos en 2025.
Pero esta cifra redonda será difícil alcanzar a corto plazo. El resto del mercado está formado por un 2.7% de híbridos enchufables, un 5.3% de híbridos convencionales, y un 3.1% restante de modelos diésel y gasolina.
Este 3.1% está apoyado principalmente por las empresas alquiladoras, y en los turistas. Según indica Reuters en una entrevista con uno de los principales importadores de coches del país, el problema es que los turistas no han hecho el cambio mental para moverse con un coche eléctrico en uno de los países con mejor infraestructura de recarga del mundo.
Lo más curioso es que en no mucho tiempo, estos turistas que opten por un coche con motor de combustión si podrán empezar a tener problemas para encontrar una estación de servicio donde repostar sus vehículos, principalmente en las zonas alejadas de las grandes ciudades, donde se notará primero la falta de demanda, que llevará el cierre y transformación de las gasolineras en estaciones de carga para coches eléctricos.
Hoy en día, el stock es de algo más de 760.000 coches eléctricos registrados en Noruega, lo que a cierre de 2024 representaba el 28,6% del parque automovilístico noruego. Algo que ha supuesto que ya hay más coches eléctricos circulando por las carreteras noruegas que a gasolina, y cada vez más cerca de los diésel.
La conclusión es que Noruega está haciendo un gran trabajo, pero donde usan herramientas sencillas pero efectivas. Y es que, como vemos, casi todo depende de las políticas fiscales del gobierno. Cuando hay ayudas, crecen las ventas, cuando desaparecen, como ha sucedido con los diésel y ahora con los híbridos enchufables, las ventas colapsan.
Algo que nos muestra que para lograr la transición energética no hay que inventar la rueda, sino hacer fiscalmente más atractivos los modelos eléctricos con programas sencillos y funcionales. Nada de proyectos estéticos como el Plan MOVES, que solo sirven para decir que se hace algo, mientras se boicotea la transición hacia formas más limpias y sostenibles de movilidad que como vemos, necesitan décadas para lograrse. Eso si se empieza, claro.
Font, article de Carlos Noya per a "Forococheseléctricos"
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