Crear módulos habitableses un paso importante para una presencia permanente en el lecho marino
La Vanguardia. DEEP es una empresa dedicada precisamente a esto. La empresa trabaja en el proyecto Vanguard, un prototipo de hábitat submarino que, si se cumplen los plazos previstos por la empresa, podría instalarse frente a las costas de Gales en los próximos meses.
Vanguard es un proyecto piloto que busca avanzar en la creación de hábitats submarinos que permitan estancias prolongadas en el fondo marino. Este módulo de 12 metros de largo y 7,5 de ancho está ideado para poder operar a durante unos 28 días a profundidades de 200 metros, dando alojamiento a una tripulación de tres personas.
Sentinel. Vanguard es solo la punta de lanza de cara a Sentinel, un proyecto más ambicioso que busca crear un hábitat modular capaz de servir de alojamiento y laboratorio para tripulaciones de seis personas. Eso sí, la naturaleza modular del habitáculo permitiría ampliar la capacidad de alojamiento de los futuros laboratorios submarinos.
¿Y por qué? ¿Por qué “mudarse” al fondo del mar? Detrás de lo que podría parecer una idea peregrina hay un motivo de cierto peso. No es el turismo extremo (aunque sin duda este tipo de hábitats también podrían atraer a muchos), sino la descompresión.
Las misiones subacuáticas de investigación (y también otras como las de rescate) están limitadas por los periodos que requiere el cuerpo humano para adaptarse a nuevas condiciones de presión. A ciertas profundidades esto puede implicar que una misión pase más tiempo en este periodo de preparación que en la operación en sí misma.
Al operar desde una base subacuática, los buzos pueden ahorrarse parte del tiempo requerido para esta adaptación, facilitando su tarea y reduciendo los tiempos requeridos para la operación. Esto no solo se aplica a tareas de investigación oceanográfica, también puede ser aplicado, por ejemplo, a operaciones de rescate bajo el agua.
Un reto importante. DEEP trabaja desde sus instalaciones en la costa del canal de Bristol para afrontar las dificultades que la vida submarina implica. Una de ellas tiene que ver con la propia atmósfera del habitáculo, explicaba Rick Goddard, director de ingeniería de la empresa, a la revista IEEE.
El aire que los habitantes de estos módulos respirarán no es exactamente igual al aire de la atmósfera terrestre. En esas condiciones, el nitrógeno se vuelve nocivo por lo que debe ser sustituido por otros gases, como el helio.
Una atmósfera de helio tiene asociados sus propios retos. Por ejemplo, al ser un mayor conductor térmico que el nitrógeno, el gas debe calentarse para permitir el confort térmico de los habitantes de las cápsulas submarinas. Este cambio también tiene otras implicaciones como por ejemplo en el desarrollo de los componentes electrónicos del módulo.
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