Este último año, el precio de las baterías de litio que usan los coches eléctricos ha sufrido una bajada considerable a nivel global. Detrás de esto hay varias razones en forma de avances tecnológicos y de situaciones de mercado.Una de las noticias de este final de año y que mayor repercusión ha tenido en la industria del vehículo eléctrico tiene que ver con la caída del precio de las baterías. Concretamente, el de las baterías de iones de litio, que ha visto sus costes medios reducidos en un 20% en el último año, siendo el mayor descenso registrado desde el 2017.
Dado que la batería supone la parte más cara en un coche eléctrico, siendo casi la mitad del total, que los precios medios de este componente sigan cayendo año a año es una buena noticia para el sector. Sobre todo teniendo en cuenta que los todavía elevados precios de los coches eléctricos son una de las principales barreras para la adopción generalizada de esta tecnología.
Realmente, la gran mayoría de ‘males’ que han arrastrado los vehículos eléctricos desde siempre tienen que ver con la batería: el mencionado precio, la autonomía que ofrecen (algo que también ha mejorado de forma considerable en los últimos años), los tiempos de recarga que requieren o incluso algunos temas relacionados con la seguridad. Ahora bien, con el paso del tiempo se están realizando importantes avances tecnológicos en favor de las baterías que no solo mejoran estos últimos aspectos, sino que también están ayudando a reducir el coste de las baterías.
Algunos de estos avances tienen que ver con las químicas utilizadas e incluso con sus tipo de construcción. En los últimos años las baterías de litio ferrofosfato (LFP) se están imponiendo y ofreciendo una opción más asequible y segura en el mercado, aunque ofrezcan una densidad energética menor en comparación con las de NCM (niquel, cobalto y manganeso). Sobre el tema de la construcción, se está logrando simplificar los procesos gracias al uso de celdas más grandes. Aunque se presenten retos en este sentido, este tipo de configuración reduce la mano de obra necesaria para su fabricación y ensamblaje, así como las horas para su instalación y conexión.
La Inteligencia Artificial juega también un papel fundamental para mejorar las baterías, ya que permite adaptar directamente la gestión de esta a los diferentes patrones de conducción y mejorar los procesos de fabricación. La IA permitirá ampliar las posibilidades de los perfiles de los conductores: ya no solo para ajustar el asiento a su posición, qué volumen de música prefiere… también aprenderá del estilo de conducción de cada uno y ajustará la batería. Por ejemplo, en función de si se realizan con frecuencia viajes largos o si se requieren mayores dosis de par en la conducción diaria. También facilitará la automatización del mantenimiento de la batería y usar otros parámetros como las temperaturas ambientales, hábitos de carga, historial de uso…
Por último, y aunque no sea un avance tecnológico como tal, no se puede dejar de mencionar la caída del precio del litio, lo que está permitiendo que los precios de las baterías también estén bajando. La mayor demanda de coches eléctricos en los últimos años ha expandido la industria minera de litio, por lo que ha aumentado la oferta; sin embargo, el enfriamiento vivido en los últimos meses está provocando a su vez una caída adicional de los precios por una situación de sobreproducción. No obstante, hay que tener en cuenta que materiales como el propio litio o el cobalto son recursos finitos, por lo que la caída de los precios en este sentido no será eterna. Es más, ya se espera que haya materiales críticos que empiecen a sufrir escasez de suministro de cara al 2030.
Font, article de Adrián Lois per a "Forococheseléctricos"
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