Puede operar en la estratosfera y cerca del espacio exterior
Aunque el concepto se inspira en los diseños occidentales de la sexta generación, como el Next Generation Air Dominance (NGAD) de EE.UU., adopta un enfoque más agresivo, buscando capacidades operativas tanto en combate aéreo convencional como en la guerra espacial. Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su potencial para operar en la estratosfera y cerca del espacio exterior, para, por ejemplo, destruir satélites de orbita baja, donde las condiciones extremas representan un desafío técnico significativo. China aspira a dotar al Baidi B de motores avanzados capaces de funcionar tanto en la atmósfera como en entornos casi vacíos de aire, lo que permitiría misiones de intercepción de satélites y vigilancia espacial.
Sin embargo, este objetivo se enfrenta a enormes retos, especialmente considerando las dificultades previas de China en el desarrollo de motores avanzados, como ocurrió con el Chengdu J-20 Mighty Dragon. Mientras Estados Unidos avanza en el desarrollo del NGAD y Europa trabaja en su propio sistema FCAS, China busca posicionarse en la carrera armamentística del futuro, centrada no solo en la supremacía aérea, sino también en la dominación espacial.
El Baidi B refleja esta doble ambición, integrando sistemas de inteligencia artificial para mejorar la interacción hombre-máquina y coordinar operaciones con drones autónomos, creando así un ecosistema de combate aéreo más sofisticado y resiliente. Si bien aún está lejos de convertirse en una aeronave operativa, su presentación marca un hito en la estrategia militar de China y evidencia su intención de rivalizar directamente con las potencias occidentales.
Font, article de Raquel Díaz Herreros per a "Vandal"
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