Un sorprendente experimento personal llevado a cabo por un médico está generando debate sobre los hábitos de limpieza más arraigados en nuestra sociedad
A lo largo de los primeros meses, su cuerpo pasó por una fase de adaptación, en la que percibía un olor corporal más fuerte. Sin embargo, con el tiempo, ese olor desapareció, según ha contado en varias entrevistas. En la actualidad, su rutina de limpieza se basa únicamente en el uso de agua, sin recurrir a jabón, champú ni desodorante.
"Nos lavamos por costumbre, porque es lo que dicta la norma social, no porque lo necesitemos desde un punto de vista médico", afirma. Esta idea forma parte del enfoque que desarrolla en su libro Clean: The New Science of Skin, en el que cuestiona los estándares modernos de higiene. Su argumento central es que un exceso de limpieza podría perjudicar la salud cutánea.
Desde su experiencia, mantener una microbiota equilibrada es posible si se reduce el uso de productos químicos. Según su criterio, muchos cosméticos destruyen bacterias protectoras y debilitan las defensas naturales de la piel. Aunque no pretende imponer su método, propone reconsiderar qué entendemos por limpieza corporal.
Algunos dermatólogos han mostrado interés por su planteamiento, aunque matizan que no es aplicable a todos los casos. Personas con problemas dermatológicos pueden requerir cuidados específicos. Aun así, Hamblin defiende que es posible vivir con menos productos sin renunciar a la salud: "No se trata de evitar la higiene, sino de replantearla".
Font, article de Silvia López per a"El confidencial"
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